"Cortala con esa mina". Este fue el mensaje en tono de advertencia que una voz de hombre susurró al teléfono del profesor José María Lombardo un día de octubre del 2002. Según la investigación judicial que se hizo para identificar al autor de la amenaza, el llamado se realizó desde la casa de Pasco al 6000, donde vive la oficial auxiliar de la policía provincial Claudia Beatriz Mendoza, de la Brigada de Investigaciones. Esta pista, a la que luego se sumaron otras, sirvió de base para que el fiscal Esteban Franichevich acusara a Mendoza por uno de los ataques sufridos por la militante social Susana Abalo. Ahora la mujer policía fue procesada como autora de aquella agresión. Además recibió una orden tajante: no puede acercarse a Abalo por ningún motivo. Mendoza fue procesada por la jueza correccional Graciela Sedda pero la medida no está firme porque la defensa puede apelar y forzar así la revisión del caso por un tribunal superior. Según la resolución de Sedda, Mendoza sería quien atacó a golpes a Abalo en un baño de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario, donde la víctima estudia abogacía. Este episodio ocurrió el 10 de octubre del año pasado y fue públicamente repudiado por los docentes y estudiantes de la casa de estudios, entre ellos el propio Lombardo. Por eso lo habrían llamado para advertirle que no se metiera en el caso. El rastreo de la llamada derivó en la detención de Mendoza, quien luego fue señalada por Abalo como la probable autora del ataque. La víctima marcó a la mujer policía en dos actos distintos. Primero la señaló como "la más parecida" a su agresora en una rueda de personas en la que habían otras tres mujeres, todas muy distintas a Mendoza. Luego reconoció su voz, aunque tampoco en esta ocasión fue categórica: dijo que podía ser la de ella o la de otra de las mujeres que participaron de la prueba. Hubo dos episodios que llamaron la atención de quienes participaron en el reconocimiento en rueda de personas. Uno de ellos pareció sugerir que Abalo dudó en señalar a Mendoza porque en un momento pidió que se recogiera el pelo. El otro, en cambio, tuvo el efecto contrario ya que al verla desde más cerca (ella misma pidió que la acercaran al vidrio que las separaba y que sólo permite ver hacia un lado): se quebró y sufrió un pequeño desmayo. "Pareció la actitud típica de quien vuelve a encontrarse ante quien le hizo daño", dijo a La Capital un testigo presencial de ese momento. Mendoza ya declaró que nunca agredió a Abalo. "Ni siquiera sé de qué me están hablando", dijo cuando la interrogaron mientras estuvo bajo arresto. Ahora, junto con el procesamiento, tendrá que cuidarse de que no la vean cerca de Abalo porque la jueza le prohibió acercarse a su casa, a la Facultad de Derecho y a otros lugares frecuentados por la víctima. Aunque es imposible saber cómo hará Sedda para controlar el cumplimiento de esta restricción, en caso de no cumplirla Mendoza se expondría a una nueva detención. De todos modos, se trata de una medida sujeta a cambios ya que la oficial auxiliar podría apelar el procesamiento. Si así ocurriera, la Cámara Penal tendría que revisar el caso y dictar una nueva resolución. El abogado defensor de Mendoza, Fernando Censi, dijo ayer a este diario que es una posibilidad pero todavía no lo tiene decidido y anticipó que aún espera demostrar que su cliente es inocente a través de una serie de pruebas que ya pidió a la jueza Sedda.
| Susana Abalo fue agredida ya en tres oportunidades. (Foto: Alfredo Celoria) | | Ampliar Foto | | |
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