| | cartas La guerra y los topes
| En el nombre del Todopoderoso, los jerarcas de todas las religiones del mundo elevan plegarias y ruegan a los países en guerra, a sus dirigentes, que dejen de matar, que las matanzas cesen. Esta referencia va dirigida a todos: al Papa, a los obispos protestantes, al rabino principal y a todos los demás. Todos piden al Altísimo que los hombres y mujeres del planeta entren en razones y que los intereses materiales no avasallen a los derechos humanos. Bienaventuradas sean estas jerarquías, aunque si lo quisieran podrían hacer que todo termine y que la paz vuelva. La forma más práctica la escuché de una persona amiga: sería más fácil y rápido llevar adelante lo que pregonan si en forma conjunta y en una cumbre se reúnen en Bagdad y desde ese lugar estratégico para los invasores invitan a los pueblos en lucha a dejar de lado sus ambiciones y odios personales. Si tuviesen verdadera vocación de paz el resultado sería un verdadero ejemplo para la humanidad y para un mundo más justo y equitativo. De no resultar esta opción son quienes legarían a la posteridad la repetición de Jesús, quien ofrendó su vida por sus semejantes. Juan Carlos Abinal
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