Año CXXXVI
 Nº 49.800
Rosario,
miércoles  02 de
abril de 2003
Min 18º
Máx 24º
 
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cartas
Rosario turístico

Boom turístico en Argentina. Lo invito a visitar Rosario, Santa Fe, Argentina. ¿Llegar en barco? Poco probable, no hay puerto ni buques de pasajeros -pero sí salen de aquí el 75% de los granos del país-. Aceptable, no sea exigente. Entonces, decida hacerlo en tren... no los hay, ni siquiera queda una estación -como fue históricamente Rosario Norte- donde se pueda llegar. Paciencia, el tren es cosa del pasado. Pero, puede hacerlo en avión, para llegar a la aeroestación de Fisherton, pomposamente bautizada "aeropuerto internacional", verla, comentarios al margen. Como alternativa, su viaje puede terminar en la Estación Terminal de Omnibus Mariano Moreno: la poesía del espanto: sucia, fea, vieja, incómoda, páramo que aloja a cuanto marginal y delincuente ande suelto por la zona. Si lo duda, lo invitamos a acercarse cualquier nochecita de estas, si es en invierno, mejor -está sabiamente orientada hacia los helados vientos del sur-. Le sugiero contratar la guardia personal de G. W. Bush. Sencillamente abominable. Antes de cometer suicidio, tiene la opción de llegar al Pago de los Arroyos por sus propios medios, en automóvil. Y aquí, la cereza del postre: sus accesos viales y Circunvalación. Tránsito caótico, carros de toda clase, cintas asfálticas destrozadas, banquinas tipo precipicio, malezas simil floresta tropical, oscuridad total y la inseguridad absoluta como única compañera: tierra de nadie. Todas las comparaciones son odiosas
-sobre todo cuando nos toca perder-. Y no hablo de Europa o América del Norte sino de ciudades latinoamericanas o aun de nuestra patria, que con más o menos cantidad de habitantes ofrecen a sus visitantes y ciudadanos contribuyentes la dignidad mínima y elemental que creemos merecer. Conclusión: si usted es masoquista asumido, suicida potencial, amante de los deportes extremos o cultor del turismo aventura, entonces sí: bienvenido a Rosario.
DNI 12.297.773


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