Arqueólogos egipcios abrieron el fin de semana un sarcófago de madera de 5.000 años de antigüedad en un desierto cerca de El Cairo, y encontraron una pila de huesos que, según sostienen, es la prueba más antigua de momificación humana en Egipto.
Los huesos estaban cubiertos por una resina utilizada comúnmente en los procesos de momificación, además de tener restos de piel. "Esta es la evidencia más antigua de momificación en Egipto", dijo Zahi Hawass, jefe de Antigüedades de Egipto, quien indicó que los restos datarían del 3100 antes de Cristo.
El sarcófago fue hallado en una de las más de 20 tumbas hechas con ladrillos de barro, que Hawass dijo pertenecían a dirigentes que vivieron entre los años 3100 y 2890 antes de Cristo, en la Primera Dinastía egipcia.
"Continuaremos las excavaciones para revelar más cosas sobre las tumbas de las autoridades que gobernaron Egipto en el reinado de la Primera Dinastía", adelantó Hawass.
Las técnicas de momificación egipcias se desarrollaron en el transcurso de siglos. Los antiguos egipcios son conocidos por embalsamar cuerpos entre los años 2613 y 2494 antes de Cristo.
Los métodos utilizados entre 1567 y 1200 antes de Cristo han sido los más efectivos para preservar cadáveres, como los restos de Ramsés II, quien gobernó durante ese período y que actualmente se exhiben en el Museo de Egipto.
Las técnicas utilizadas entre los años 1085 y 945 antes de Cristo han sido las más elaboradas, cuando el cuerpo seco, lavado y envuelto, era fajado con tela para su protección y cubierto con joyas para mantener alejados a los demonios.
Prolongar la vida
Una de las condiciones para prolongar la vida tras la muerte dentro del pensamiento egipcio era la de preservar intacto el cuerpo del difunto. La preservación del cuerpo implicaba la posibilidad de alcanzar la vida eterna. Por eso la momificación fue una práctica destinada a transformar al difunto en un depósito preparado para recibir el alma de nuevo. Las momias eran, por lo tanto, el alojamiento eterno del "Ka" o doble que continuaba viviendo en la tumba una vida igual a la terrestre, pero cuya existencia dependía de la conservación del cadáver.
Los inicios de la momificación se deben buscar en época predinástica en factores circunstanciales. Es decir, la conservación del cadáver se veía favorecida por las condiciones extremadamente secas de enterramientos modestos en el desierto, lejos de la humedad del valle, en los que los cuerpos se depositaban en contacto con la arena.
Sin embargo en los primeros períodos de la historia egipcia la construcción de tumbas más elaboradas que aislaban al cuerpo de la arena, impedían la preservación natural. Por ello, desde la Primera Dinastía se pusieron en práctica técnicas artificiales para intentar conservar el cuerpo, las cuales fueron progresando con el tiempo.
En general, la técnica consistía en quitarle los órganos internos al difunto con un cuchillo de obsidiana, luego las cavidades eran lavadas con vino de palma y con infusiones de hierbas aromáticas, para finalmente rellenarlas con casia y otras especies.
Una vez cosidas y cerradas las aberturas, los embalsamadores procedían a la deshidratación del cuerpo sumergiéndolo en nitrato sódico durante 40 días, o le inyectaban con rudimentarias jeringas aceite de cedro. Después de este tratamiento se lavaba y se envolvía el cadáver desde la cabeza hasta los pies con vendajes de lino perfumados, que se recubrían con goma de acacias y otros árboles.
Finalizado el proceso, el cuerpo con más de veinte capas de protección se depositaba en un sarcófago de madera con amuletos mágicos, que tenía tallada la efigie del difunto.