Año CXXXVI
 Nº 49.799
Rosario,
martes  01 de
abril de 2003
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A merced de ladrones por un clasificado
Dos falsos compradores robaron una pick up de $ 34 mil que ofrecía un aviso. Dejaron al dueño atado a un árbol

María Laura Cicherchia / La Capital

Los ladrones de autos no desprecian recursos a la hora de apropiarse de vehículos ajenos sin demasiado despliegue de violencia y a costo cero. La tardecita del domingo se valieron de un aviso clasificado que anunciaba la venta de una camioneta valuada en 34 mil pesos para hacerse pasar por compradores y, luego de un silencioso viaje a punta de pistola hasta las afueras de la ciudad, despojar a su dueño de la pick up y dejarlo atado a un árbol en pleno campo.
A Hugo Luis Bustos le dieron a elegir entre dos opciones: "La camioneta o la vida". Así presentó la situación el falso comprador que sacó un arma y demostró sus verdaderas intenciones cuando habían salido a "probar" la camioneta en venta por el macrocentro de Rosario.
Bustos, un fletero de 44 años, no perdió la calma. No hizo ningún intento por resistir el atraco y resultó ileso, aunque perdió en diez minutos el vehículo que había tardado años en comprar. Los ladrones demostraron profesionalismo y actuaron con respeto, pero no dejaron de apuntar y tampoco dudaron en maniatar con alambre a la víctima, según contó a este diario el hijo de la víctima, Gerardo, un estudiante de Ciencia Política de 21 años.
"Estamos contentos porque a mi papá no lo mataron y en realidad fue un hecho mínimo en comparación con otros, pero lo que nos afecta esto a nivel económico es gigante", se lamentó, en un alto en el estudio junto a su novia Virginia, de 18 años. Su papá, pese al feriado, estaba trabajando en otra camioneta de su propiedad.
El robo ocurrió la tarde del domingo alrededor de las 5. Bustos, quien tiene una empresa de mudanzas, estaba empezando con los preparativos del asado familiar cuando tocaron el timbre de su casa de Paraguay 2331. Era un hombre de unos 50 años que se presentó como "un campesino de Santa Teresa" y preguntó por la camioneta del aviso. En el libro de los clasificados que publica los domingos La Capital, Bustos había ofrecido una pick up Ford F 100 modelo 98 color azul y gasolera que planeaba vender en unos 35 mil pesos.
La camioneta estaba estacionada en el frente de su casa. El fletero salió a mostrársela al interesado, tal como había hecho en otras ocasiones a lo largo del día. Pero el supuesto comprador quería sentir el vehículo en marcha. Bustos se sentó al volante y encendió el motor. Cuando llegó a la esquina intentó doblar por Viamonte y recibió la primera orden: "No, no. Seguí derecho". El asaltante esgrimió un arma que sería calibre 38, y lo obligó a seguir hasta 27 de Febrero.
Allí lo esperaba su cómplice, un hombre un poco más joven que ató con alambre las manos de Bustos y se apoderó del volante. El recorrido siguió por la avenida de Circunvalación hasta la ruta 34, camino a Ibarlucea. En el trayecto los maleantes casi no hablaron. Sólo le preguntaron al fletero si llevaba un celular y este respondió que no. Luego se introdujeron en un camino de tierra en el cual bajaron a Bustos y lo dejaron atado a un árbol. Entonces su celular Motorola le jugó una mala pasada. La batería empezó a descargarse y a sonar en forma intermitente. "¿Vos tenés un celular?", indagó uno de los ladrones. Bustos rogó que no se lo llevaran porque era una herramienta de trabajo y lo ladrones sólo se apoderaron de la batería delatora. Antes de partir le entregaron los papeles y documentación que llevaba en la gaveta.
El fletero pudo desatarse y en menos de diez minutos se cruzó con un paisano que andaba a caballo, quien le prestó un teléfono para llamar a la subcomisaría 2ª de Nuevo Alberdi. Luego salió en un patrullero a buscar la camioneta pero no tuvo éxito.
Bustos sabía que a la pick up le quedaba poco gasoil y los maleantes no tardarían en quedarse sin combustible. Comprobó su intuición al hablar con el encargado de la vigilancia de una estación de servicios cercana al supermercado Carrefour. Lo último supo de su pick up fue que los maleantes debieron forzar la tapa del tanque para cargar combustible, porque no tenían la llave. Desde entonces perdió el rastro de la camioneta y las esperanzas de recuperarla: en la comisaría le dijeron que si no aparecía ayer, no la encontraría nunca más.



Gerardo Bustos, hijo de la víctima del astuto robo.
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