Año CXXXVI
 Nº 49.799
Rosario,
martes  01 de
abril de 2003
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El anfiteatro fue el gran escenario del punk rock
Attaque 77 dio un show de temas contundentes y de gran potencia interpretativa
Una masiva celebración con el rock más furioso y contestatario

U. G. Mauro / La Capital

Para el frío, no hay nada mejor que el pogo. Así lo entendieron los 4.000 chicos que durante más de tres horas saltaron y cantaron en el Anfiteatro Municipal Humberto de Nito el domingo, durante el recital con el que el grupo Attaque 77 festejó sus 15 años de carrera.
A las 21.30, y despejada la amenaza del mal tiempo, el sólo pensar en ubicarse entre el público de las primeras filas del Anfiteatro constituía toda una utopía e incluso algo peligroso para los físicos endebles.
Desde el escenario, Bulldog, integrado por Hernán Mantoani (voz y guitarra), Guillermo "Willy" Tagliarini (guitarra), Ramiro España (bajo) y Luis Gindre (batería), daba a entender, a lo largo de las 20 canciones que duró su presentación, las razones del buen momento que está atravesando la banda. Los cuatro rosarinos, algo maltratados por un sonido empastado cuya calidad cambió radicalmente con la llegada de Attaque 77, mostraron un propuesta muy sólida, basada fundamentalmente en su último trabajo discográfico "El campo de los sueños".
El grupo, tributario de Attaque en su estilo que fusiona rock y punk, fue templando los corazones para lo que puede considerarse como una verdadera fiesta del rock duro. Tal como en el disco, los Bulldog cebaron a la platea al presentar, en la interpretación de "Latidos", nada menos que al líder de Attaque, Ciro Pertusi. La gente aceptó de buen grado la presencia de este grupo local y la impensada cantidad de sus seguidores, mostrando un módico merchandising de remeras con el nombre de la banda, colgó sus "trapos" de las barandas de seguridad del escenario.
Tras un breve cambio en la sencilla escenografía -las emblemáticas estrellas que identifican a la banda de Pertusi y alguna bandera-, el anfiteatro estalló en ovaciones que se mezclaron con los primeros acordes de "El cielo puede esperar", un tema que dio título al segundo disco de la banda y que marcó, junto con un par de bengalas de humo y de luces, el comienzo de un show frenético y parejo que se extendió a algo más de dos horas.
El grupo porteño integrado por Ciro Pertusi (guitarra y voz), Leonardo De Cecco (batería), Mariano Martínez (guitarra y voz) y Luciano Scaglione (bajo), respeta al pie de la letra el espíritu del punk-rock.
Las letras de Attaque 77 no tienen lo que el común de la gente considera poesía. Los músicos, coherentes con lo que proclaman en materia de estilo, no se preocupan por sutilezas o metáforas y apelan a un lenguaje tan crudo y directo como el sonido feroz de sus guitarras.
Las metáforas son cosas de otros artistas, como Sandro por ejemplo,autor del "Dame fuego" con el que se despidieron los músicos, o José Luis Perales, quien nunca imaginó que su bucólica "Por qué te vas" contuviera tanta potencial crudeza tras los arreglos de Attaque y algo similar le habrá sucedido al brasileño Roberto Carlos con la versión de "Amigo". Menos afortunada en este sentido fue "La colina de la vida", de Gieco, que simplemente sonó como acelerada y nada más.
Attaque tocó sin interrupciones. El ritmo parecía no tener solución de continuidad y Pertusi sólo desvió una mínima parte de su energía para saludar, suscribir públicamente su adhesión al "que se vayan todos", repudiar más tarde sin medias tintas la invasión estadounidense a Irak y llamar la atención sobre el peligro que representaría votar a Menem, consignas todas que generaron aplausos y ovaciones de la platea.
Casi no hay historias románticas en las canciones de Attaque. "Hacelo por mí", el tema del segundo disco de la banda y con el que llegaron al gran mercado ayudados por la elección que Mario Pergolini hizo de esa canción para uno de sus programas, fue una de las pocas excepciones. Casi todo lo demás consiste en pinturas sin grises de situaciones sociales límite que hablan de pobreza, explotación, marginalidad, postales todas de cualquier núcleo urbano del país de hoy.
Cuatro temas antes del final, los integrantes de Attaque salieron de escena. Al regresar lo hicieron ataviados como futbolistas de la Selección Nacional e invitaron a su vez a los integrantes de Bulldog, y como para completar el tributo sencillamente se despidieron pateando varias pelotas de fútbol a la platea mientras Pertusi efectuaba una inesperada rutina de lanzallamas y De Cecco completaba el tributo arrojando lo más lejos posible sus palillos de batería.



La banda desplegó toda su batería de temas exitosos.
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