Año CXXXVI
 Nº 49.797
Rosario,
domingo  30 de
marzo de 2003
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Reflexiones
¿Por qué Menem los dobla?

Evaristo Monti (*)

Hoy nadie duda que el 27 de abril, la mayor cantidad de boletas depositadas en las urnas llevará en tipografía gigante el nombre de Carlos Saúl Menem. Holgadamente. Tan holgadamente que, así como 30 días antes de iniciarse las hostilidades armadas en Irak, toda persona medianamente avisada estaba convencida que habría guerra, con o sin acuerdo en la ONU. No hace falta alcanzar el grado, por lo demás tan fácil en la Argentina, de politólogo -rango que hoy se ejerce con la misma ligereza con la que, con sólo conocer la formación de algunos equipos cualquiera se autoproclama técnico en fútbol- para comprender que la discusión es si Menem gana o no en la primera vuelta.
Evitaría así la repetición de la Alianza que hace poco más de 3 años, al consagrarlo a De la Rúa, desvinculó a la Argentina de cualquier posibilidad de sostenerse. Este concepto, el del sostenimiento, fue semánticamente promovido por el Fondo Monetario Internacional a través de sus cambiantes voceros con la exigencia de presentar un programa sustentable. La insistencia de los estratificados funcionarios de alto nivel del FMI en relación al gobierno de De la Rúa, no se registraba como ironía porque les está vedado ser irónicos, casi diría, deben proceder despojados de mínimas tentaciones humanas.
Apenas la negociadora destinada a la Argentina, Teresa Ter Minassian, dijo que Reutemann estaba churro, la retiraron ascendiéndola y en su lugar mandaron a Anoop Singh que tiene las emociones canceladas.
Conozco gente que celebra haber convertido a la Alianza en una ciénaga, se tragó a De la Rúa, algunos ministros, a Chacho Alvarez, a la Fernández Meijide y varios más, olvidan que se llevó puesto el futuro inmediato de la Argentina. Además, obligó al reciclaje de pretendientes a consagraciones políticas, como Patricia Bullrich, Elisa Carrió, López Murphy, De la Sota, Kirchner, los socialistas, Ibarra, Bielsa, Béliz.
Pocas veces como en estos 2 años, los políticos recorrieron tantas capillas distintas. El mejor aviso político pertenece a los demócratas progresistas que andan con López Murphy y con Macri, se autodefinen como única opción para el cambio y es cierto, el partido de Natale y Martínez Raymonda cambia en cada elección aliándose al que aparezca. No les va mal, están afuera del 57% de pobres que contribuyeron a producir.
Llegamos a esta fecha tan cercana al comicio con una sola duda. Nadie ignora que gana Menem, pero ¿en la primera vuelta o va a la segunda? Es tragicómico apreciar cómo los postulantes se desangran por estar en el podio con el turco riojano. Kirchner simula leer encuestas que le dan bien y enardece su discurso dándose a sí mismo patente de corajudo. Lo oí hace horas: "no me falta coraje, no me temblará la mano, me siento con valor suficiente", como si le hubieran arrimado textos de Borges. En el santacruceño suena ridícula tanta apelación a la bravura porque, como publicó hace unos meses este diario, Kirchner no puede ni siquiera controlar las desmesuras de su esposa, ni Duhalde con la ministra sin cartera que para colmo se hace llamar Chiche, que según todos saben en referencia a mujeres, identifica a las rubias, delicadas y bonitas (Real Academia Española, 21 edición, año 1998, impreso en España por Espasa).
Cuando lo mandaron a Remes Lenicov a devaluar, Menem caminó a la Presidencia. La devaluación que no pocos reclamaban tenía un destino ineluctable: producir otros 5 millones de pobres. Tenemos a Lavagna ministro que quería el dólar a 3,50, que aplasta al Banco Central y a la Corte Suprema en la devolución de los dineros confiscados por el corral, corralito y corralón, y pasará a la historia como el autor de la burla más sangrienta a 300.000 argentinos, empobrecidos por estas políticas pero que están condenados, increíblemente ¡a pagar el impuesto a la riqueza! y ello porque impiadosamente multiplicaron el valor de sus bienes al solo efecto recaudatorio. La cantidad de hambreados que creció en la Argentina es producto de la simple y trágica ecuación siguiente: los que ganan menos de 700 pesos (el 70% gana menos de 700 pesos) apenas tienen para comer mal y como de ese 70% otro tanto gana menos de 400 pesos, hoy, apenas si come. Por eso la red alimentaria cuesta 18.000 millones de pesos y, cruelmente, es la nueva bandera del caradurismo político, les quitan la comida a los pobres y los aplacan con una caja. Leemos la mentira del auge exportador, falsedad inadmisible como quedó patentizado a mediados de marzo en el foro sobre el futuro exportador de la Argentina celebrado en Harvard con la presencia de nuestro embajador en Estados Unidos, Eduardo Amadeo.
He leído de un economista estas líneas que se nutren de un principio de fundamento profesional pero que encierra la razón por la cual ganará Menem y por mucho tal vez arañando el 40% y con el segundo a 12 ó 14 puntos de distancia. Dice así: "...cualquier inversión corre riesgos, algo de eso se implementó con las retenciones a las exportaciones, decisión que convierte a la devaluación en un impuesto tradicional, sólo que se cobra en dos etapas, primero los exportadores se lo cobran a los pobres y luego el Estado les cobra una parte del impuesto a los exportadores". La gente sabe que con Menem llenaba el carrito y ahora compra igual que los clientes del almacén que mi madre tenía 60 años atrás. Se vende por unidades; minimercados y almacenes venden como en décadas atrás cigarrillos, yerba, azúcar, leche.
Desde el 2000 la historia argentina se cuenta marcha atrás. Tal vez los ricos voten a López Murphy pero les quiero decir esto: "López Murphy es una edición de Menem sin carisma ni alegría de vivir; mientras el riojano seduce, López Murphy juega al perro guardián". Pero ojo al piojo, el plan López Murphy aprobado por De la Rúa en Buenos Aires y defenestrado en Santiago de Chile implicaba expulsar a 100.000 empleados públicos y cerrar 30 universidades estatales. Uno de los diarios históricos del país publicó en diciembre último la notable encuesta de Ipsos-Mora y Araujo con una sola pregunta, esta: ¿cuál fue la mejor época económica de la República Argentina? El 36% del total contestó rotundamente: la de Menem. Esa gente y los nuevos sumergidos que fabrica Lavagna votarán a Carlos. No sonaría novedoso ni edificante que casi 50 años después de ganar Perón, los neo-gorilas acusen al pueblo argentino, como aquella vez, de "votar con el estómago" porque luego de las brutales imágenes que hemos visto sobre desgarradoras cantidades de chicos desnutridos en todo el mapa nacional, el estómago luce como la víscera arbitral, fundacional y decisoria. Si permanece vacía, el corazón titila y el cerebro se apaga.
(*) Concejal rosarino Bloque Peronista


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