Año CXXXVI
 Nº 49.797
Rosario,
domingo  30 de
marzo de 2003
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Alta Gracia: Ilustres moradores
La localidad serrana conserva las huellas de dos famosos, el músico español Manuel de Falla y el revolucionario Ernesto Che Guevara

En Alta Gracia, ciudad cordobesa del valle de Paravachasca, recalaron en tiempos no muy distantes dos hombres que dejarían allí una huella profunda: el músico español Manuel de Falla, autor de "El amor brujo", y Ernesto Che Guevara, protagonista de una rebelión continental.
El músico nacido en Cádiz, uno de los más románticos compositores españoles, venía de un largo retiro en la bella Granada, la ciudad andaluza en la que compuso sus tres obras maestras: "El sombrero de tres picos", "El retablo de Maese Pedro" y el "Concierto para clave y cinco instrumentos".
Se afincó en el chalet Los Espinillos, que había sido la morada del biólogo y político argentino Angel Gallardo. Ese lugar es ahora el Museo Casa de Manuel de Falla, donde quedaron muchos objetos de su vida cotidiana, y el mobiliario que lo acompañó en sus últimos cuatro años; un ámbito donde se percibe su inclinación hacia la vida ascética, austera.
La otra historia comenzó en 1932, cuando un niño de apenas seis años, Ernesto Guevara, llegó con su familia a la ciudad cordobesa, de la que se fue ya adolescente, a los 16. Había nacido en Rosario y traía en su corazón una gran pasión: el club de fútbol Rosario Central.
La familia Guevara se afincó en una vetusta casona rodeada de árboles frondosos. Allí funciona desde hace tres años la Casa Museo de Ernesto Che Guevara, que exhibe certificados de estudio, fotos con amigos y familiares, una teja de la escuelita de Bolivia donde lo mataron y una casaca del club de fútbol rosarino, con el diseño que tenía en aquel entonces.
No hay objetos personales de la familia, pero su hermano Roberto dijo cómo estaba distribuida en la casa, datos que ayudaron a los arquitectos a ambientarla con muebles de esa época. También sirvieron los testimonios de muchos amigos y de doña Rosarito, de 87 años, quien fue su niñera.
Para Manuel de Falla, Alta Gracia fue su último refugio; el 14 de noviembre de 1946 se fue de este mundo en la habitación más luminosa de Los Espinillos. Para Ernesto Guevara la ciudad cordobesa fue el lugar donde pasó toda su infancia.
En el museo del Che en estos días ya se está preparando, en secreto, la celebración de los 75 años de su nacimiento, que se cumplirán el próximo 14 de junio, con actos y homenajes que se extenderán durante un mes.
En estas tierras cordobesas Manuel de Falla aprendió que espinillos es el nombre de las plantas que más abundan en la agreste vegetación del valle de Paravachasca, donde vivieron los comechingones.
Y el niño Guevara aprendió a andar en bicicleta -una réplica del pequeño vehículo se exhibe en el museo-, y desarrolló su pasión por "las dos ruedas", que muchos años después, en 1951, se manifestó cuando emprendió su primer viaje en moto con su amigo Alberto Granado, por la América del Sur.
Para Manuel de Falla llegar a Alta Gracia fue apartarse de la cercanía que había tenido hasta entonces con el exuberante folclore andaluz. Tal vez lo ayudó el espíritu del antiguo morador, Angel Gallardo, que entre esos muros esbozó muchas de las ideas de su libro "Las teorías de la herencia biológica".
A Manuel de Falla los avatares políticos lo trajeron a Alta Gracia en 1919, como exiliado, y fue en la quietud del paisaje cordobés, ya muy enfermo, que trabajó en La Atlántida, cantata que no pudo terminar y que una vez concluida por su discípulo Halffter se estrenó en Barcelona en 1961.
A Ernesto Guevara, en cambio, los avatares de la política lo esperaban más allá de la ciudad cordobesa, ya como el Che, un apelativo que lo haría único, irrepetible, en la desgarrada geografía de la América Latina.
Aquel niño, ya afectado por el asma, estaba lejos de imaginar que muchos años después un compatriota, Luis Altamira, realizaría un trabajo fílmico -"Che, un argentino del siglo XX"- para acercar su gesta a las nuevas generaciones. Y que la gente del club de sus amores llevaría a esa casa-museo una camiseta de Rosario Central con el diseño que tenía en aquellos años.
En cambio, Manuel de Falla murió recordando en los recoletos salones de Los Espinillos los siete años que vivió en París, a comienzos del siglo XX, donde solía reunirse con músicos de la talla de Debussy, Ravel y Stravinski.
En la Casa Museo del autor de "El amor brujo" se realizan conciertos con la colaboración de los músicos del Conservatorio de Música Félix Garzón, de la ciudad de Córdoba. Además, durante noviembre -el mes "fallano", en el que el músico nace y muere- se presentan coros y se organiza un concurso de pintura.



El Museo Casa Manuel de Falla tiene valiosos objetos.
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