Año CXXXVI
 Nº 49.797
Rosario,
domingo  30 de
marzo de 2003
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El escritor peruano analiza su última novela
Alfredo Bryce Echenique: "Quise recrear la frescura y el desorden de la lengua hablada"
Obtuvo con "El huerto de mi amada" el premio Planeta 2002

Julieta Grosso

El escritor peruano Alfredo Bryce Echenique, autor de obras como "La amigdalitis de Tarzán" y "Dos veces Pedro", llegó a la Argentina para presentar su nueva novela, "El huerto de mi amada", una historia de amor que con altas dosis de humor e ironía retrata el comportamiento de las aristocracias latinoamericanas de los 50.
Bryce Echenique se convirtió en un autor célebre con su primera obra, "Un mundo para Julius", que irrumpió como un clásico latinoamericano en la misma línea de lo que significó "La región más transparente" para el mexicano Carlos Fuentes y "La ciudad y los perros" para el también peruano Mario Vargas Llosa.
"El huerto de mi amada", galardonada con el Premio Planeta 2002, podría calificarse como una historia divertida en la que, pese a su abusado formalismo o quizá gracias a él, frases envolventes como remolinos van desplegando una trama inverosímil dentro de un mundo perfectamente creíble, aquel que se remonta a la Lima de los años 50 cuyas leyes persisten hasta hoy, y donde la lucha por el ascenso social conserva todo su vigor.
"La novela recrea un poco el imaginario oligárquico de la sociedad limeña, pero de alguna manera se puede leer también como la representación de todas las oligarquías latinoamericanas", destacó Bryce Echenique.

Recursos de escritura
"El relato entrecruza dos mundos: por un lado el Perú de mi infancia y mi adolescencia, un país que hoy prácticamente no existe. Por el otro, un Perú más actual dominado por la fragmentación del ser nacional y la supervivencia de un sistema de castas que también está reflejado en la historia", señaló.
Las casi 300 páginas de "El huerto de mi amada" están determinadas por una confluencia de ingredientes que siempre están presentes en las obras de Bryce Echenique: humor a granel, ironía de la buena, amor y pasión, y mucha crítica social.
La historia está centrada en un joven algo ingenuo y distraído llamado Carlitos Alegre di Lucca, que al momento de iniciarse el relato cumple 18 años e ingresa en la Facultad de Medicina, siguiendo los pasos de su padre y su abuelo, dos dermatólogos eminentes.
A ritmo de bolero, el protagonista se enamora de la bella Natalia Larrea y se va a vivir con ella a su "huerto", una estancia con criados italianos y toda clase de lujos.Por encima de la anécdota y del despliegue de los personajes, la fuerza mayor del relato está concentrada en la figura del narrador, que como en la mayoría de las obras de Bryce Echenique acredita suficiente capacidad para superponer varias voces en una misma frase y desgranar toda suerte de artilugios con las palabras.
"Me gustan los narradores múltiples, que se manejan sobre un amplio ángulo de la realidad. Este es un narrador que tiene la capacidad de apoderarse de todo y de desaparecer y reaparecer. Yo no lo planifiqué de esta manera, me ha salido por las necesidades del relato, pero no responde a una búsqueda intelectual", alegó.
"No sé si hay búsquedas en mis novelas porque no soy un escritor demasiado intelectual: me basta con tener un título o una canción que funcione como disparador -aseguró el escritor-. Mi reflexión sobre la literatura es pequeña; creo que está ligada al placer mismo de la escritura".
Con su inconfundible estilo literario, Bryce Echenique inyecta una poderosa dosis de ironía e irreverencia a una trama que pone en foco la decadencia moral que la sociedad peruana arrastra desde las épocas del virreinato, engendrando toda clase de exclusiones y resentimientos.

El valor del humor
En otro nivel de lectura, "El huerto de mi amada" esboza una actitud melancólica acerca de las posibilidades de contar historias, que es también una exaltación del trabajo formal: como si todos los argumentos hubieran sido ya contados -sobre todo la propia historia- y se pudiera eludir el argumento para mostrar su oculto armazón.
"Me interesó recrear la frescura y el desorden de la lengua hablada y en particular del habla de ciudad, para lo cual me valí de la digresión, la ironía y el humor, elementos que han sido abandonados por la literatura peruana", analizó.
Lejos de constituirse como una novela romántica, el libro se arma de distintos elementos: la memoria, la añoranza, la sensualidad y un particular humor que domina el estilo y el argumento de la novela.
"Mis historias siempre apuntan a exaltar aquellos mecanismos de la narración que más valoro, esa narración en la que la oralidad y la ironía tienen un rol inmenso y que salvo grandes excepciones, como Julio Cortázar y Jorge Luis Borges, no estuvo presente en los llamados escritores del boom", aseguró.


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