Osvaldo Aguirre / La Capital
Las cuestiones del honor son motivos constantes en la historia de la crónica policial. Promesas rotas, amores contrariados y comportamientos percibidos como ofensas, aparecen muchas veces en el prólogo de hechos de sangre. Un ejemplo elocuente al respecto fue un caso que ocurrió en Rosario durante la noche del 30 de noviembre de 1908 y en el que se mezclaron las pasiones más extremas. Un almacén y despacho de bebidas que estaba en la esquina de Mitre y 3 de Febrero había sido escenario, decían los titulares de los diarios, de una especie de batalla. Las primeras versiones eran confusas: apenas se sabía que del comercio "habían salido unos cuantos sujetos peleando a tiros de revólver". En la calle yacía un hombre muerto y en las cercanías se hallaron dos revólveres tirados. La alarma cundía en el barrio: se observaba un "cierre general de puertas". En la comisaría 3ª, decía La Capital, "reinaba completa confusión, quizás debido al carácter de misterio que el hecho presentaba o a la carencia de elementos para realizar investigaciones prontas y eficaces, de que nuestra institución policial adolece". Los periodistas sospechaban que "la policía sabía tanto o menos que nosotros del asunto". El muerto apareció en Mitre entre 3 de Febrero y Mendoza. Había recibido dos disparos en el pecho y llevaba un revólver calzado en la cintura, que no pudo usar. Se llamaba Cayetano Piazza, alias Naggetto, y tenía 39 años. El agente Felipe Cáceres, apostado en Sarmiento y Mendoza, llegó corriendo, atraído por las detonaciones. Un hombre armado salía a la carrera del almacén de Miguel de Pascuale. "Antes de perder tiempo en inútiles preguntas (el policía) persiguió al fugitivo, pero éste, sin dejar de correr dióse vuelta y de un tiro hirió al representante de la autoridad en la cabeza", dijo el diario El Municipio. El oficial inspector Enrique Brinkman, que vivía en la zona y trató de averiguar qué pasaba, no tuvo mejor suerte. El prófugo lo hirió en una pierna y siguió su carrera. A continuación entraron en acción los agentes Felipe Vial y Eliseo Murúa. El fugitivo se introdujo en un inquilinato y saltó varios tapiales antes de caer apresado. Interrogado por los policías, "afirmó que corría porque otros hacían lo mismo". El detenido se llamaba Francisco Casarrubia. Era un albañil siciliano de 23 años, "buen trabajador y de conducta intachable", según El Municipio, que presentaba la historia en su sección "Accidentes y delincuencias" bajo los títulos de "Los crímenes de la vendetta" y "Los misterios de la Maffia". Casarrubia llevaba un año de noviazgo con una adolescente siciliana, Rosa Alfano, de 14 años e hija de Felipe Alfano, que vivía en Mitre 1357. Tenían fecha de casamiento fijada y "hace unos meses, sin que se conozca bien la razón", Rosa dijo que quería romper el compromiso. Al ser indagado, Casarrubia aseguró que él había tomado esa decisión. Rosa no hacía caso a sus palabras y se mostraba rebelde, "aunque le mostraba cariño". Convencido de que "no sería una esposa obediente", el albañil pidió la devolución del anillo de compromiso. El padre, según esta versión, declaró sentirse ofendido. Determinar esa cuestión era decisivo para aclarar quién había sido el que tenía motivos para una acción violenta, por ejemplo una venganza. Lo cierto es que ambas familias se distanciaron. Alfano pidió ayuda a Cayetano Piazza, "persona temida en la colectividad siciliana por sus antecedentes que lo acreditaban como hombre de acción". Entre los antecedentes de Piazza constaba que "repetidas veces, sirviéndose de amenazas, trató de hacerse entregar sumas de dinero, obrando siempre con el sistema puesto en práctica por la maffia". Curiosamente, trabajaba como albañil junto con los Casarrubia, en una obra en el Cementerio de Disidentes. La prensa se manifestó escéptica con respecto a la investigación. El Municipio dijo que se trataba de "otro crimen rodeado de circunstancias misteriosas, que probablemente la policía no logrará esclarecer". El pesimismo se fundamentaba, al margen de la probada incapacidad de los funcionarios, en las peculiaridades del caso: "El suceso, como numerosos otros en que han actuado como protagonistas hijos de Sicilia, parece presentar ciertos caracteres que hacen suponer se trate de la terrible vendetta, pues todos los que han sido llamados hasta ahora a declarar, se encierran en un impenetrable mutismo". Sin embargo, en base a razzias e interrogatorios, la pesquisa pudo despejar parte de la nebulosa. Se supo que los hechos habían comenzado luego que Santos Casarrubia, hermano de Francisco, fuera a hablar con Alfano para salvar el casamiento. El padre de Rosa se negó a tratar el asunto. -Cuídese -dijo Santos, al despedirse-. Su vida corre peligro. La advertencia tenía sentido. Tres horas después, los Casarrubia volvieron al barrio con propósitos de vendetta. Piazza y Alfano estaban en el almacén de De Pascuale. Las palabras ya habían sido dichas: los hermanos extrajeron sus armas y comenzaron a disparar. Piazza cayó herido y alcanzó a arrastrarse hasta la calle. Alfano, a su vez, logró escabullirse y corrió hasta su casa para buscar un arma con que responder al ataque. Los Casarrubia lograron escapar, aunque luego Francisco cayó detenido. El diario El Municipio aplaudió entonces la "pronta y activa intervención policial, siendo éste el primer crimen de esta naturaleza que la policía logra esclarecer": un pequeño paso en los anales del crimen.
| Piazza, Cáceres, Casarrubia, el entierro y Alfano. | | Ampliar Foto | | |
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