Un grupo de delincuentes irrumpió antenoche en un almacén de Ibarlucea y, tras maniatar al dueño, permaneció durante más de media hora en el lugar. En ese lapso los ladrones saquearon el comercio, llevándose la mercadería más valiosa, una balanza electrónica, la caja registradora, una cortadora de fiambre y hasta una cortadora de césped a explosión. Todo eso fue a parar al automóvil de la víctima, que los delincuentes no duraron en utilizar como flete para finalmente abandonarlo cerca del arroyo Ludueña y la autopista Rosario-Roldán. El atraco dejó al descubierto la bronca que tienen vecinos de ese pueblo por la ola de robos en toda la jurisdicción, especialmente en la zona semirrural. El comercio asaltado es la despensa Viejo Rancho, de Guillermo y Susana Gobbi. La pareja es oriunda de Rosario, pero hace cuatro años que se radicó definitivamente en Ibarlucea luego de que el hombre perdiera su trabajo. "Primero tuvimos el chalecito de fin de semana y después, cuando nos tuvimos que venir a vivir aquí, abrimos el negocio", recordó Susana con amargura, tras el embate de los delincuentes. El robo ocurrió alrededor de las 20 del jueves, en Arrayanes y calle 9, una zona residencial que queda a la altura del kilómetro 7 de la ruta 34. En ese momento Susana estaba en la casa y Guillermo detrás del mostrador. Afuera, la noche parecía apacible como suele serlo en localidades pequeñas como Ibarlucea. Pero la calma se quebró abruptamente cuando aparecieron dos hombres con sus rostros tapados con gorras, que ingresaron por el garaje del costado y se introdujeron al salón por la parte trasera. Uno de los ladrones redujo al comerciante, apuntándole a la cabeza y arrojándolo al piso. El otro, en tanto, cerró las puertas del frente, corrió las cortinas y apagó las luces. En penumbras, alumbrados sólo por la tenue luz de una vela, comenzaron las exigencias. "Quedate piola. Dónde tenés la plata", preguntó el que parecía estar más lúcido, ya que su compinche siempre se mostró como el más irascible y nervioso. Guillermo le dijo entonces que el único dinero que había lo tenía en los bolsillos, unos 80 pesos en total. Pero el dúo iba por más y entonces comenzaron a hacer una selección de la mercadería. "Buscaron lo más caro", sentenció Susana. Fiambres, quesos, varias botellas de aperitivos y vinos, aceite comestible, paquetes de fideos y de café y las mejores marcas de arroz completaron el botín que causó un verdadero agujero financiero a los Gobbi. Además de la mercadería, los ladrones se llevaron una cortadora de fiambre, una caja registradora, una balanza electrónica, una cámara fotográfica, una cortadora de césped a explosión y otras herramientas, que colocaron en el Volkswagen de Guillermo. Antes de marcharse pidieron las llaves y con total impunidad se llevaron el vehículo a modo de flete. Varias horas después el coche apareció abandonado en cercanías del arroyo Ludueña y la autopista Rosario-Roldán. El robo de antenoche disparó la bronca de los vecinos de ese sector de Ibarlucea. Además del hecho de que la policía tardó más de una hora en llegar, los vecinos se quejaron por los constantes asaltos y robos nocturnos que se dan en la zona. "En la seccional nos dijeron que no podían venir rápido porque no pueden dejar sola la dependencia y además no sabían dónde quedaba el lugar", contó con fastidio la vecina. "Eramos los únicos que nos veníamos salvando -reflexionó Susana- porque a todos los vecinos les han robado. Estamos desamparados". La queja apunta también a la comuna local que "ni siquiera corta la maleza y deja las calles sin luz artificial".
| Susana Gobbi fue desvalijada por los ladrones. (Foto: Daniel Carrizo) | | Ampliar Foto | | |
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