| | Guerra en el Golfo. En los campamentos, la falta de descanso altera los nervios Sonidos nocturnos en el desierto aumentan la psicosis de las tropas estadounidenses Uno de cada cuatro soldados monta guardia, pero difícilmente el resto logra conciliar el sueño
| Najaf.- Los soldados estadounidenses en Irak están descubriendo que apenas un grupo de guerrilleros puede alterar a una fuerza de combate. A veces, hasta basta una sombra en la noche. "¡De pie, de pie, de pie!" gritaron centinelas corriendo por un campo polvoriento a la caída de la noche. “Estamos ciento por ciento seguros". Esto significa que todos en las posiciones de defensa en el campamento cercano a Najaf -en el centro de Irak- tienen que ponerse de pie y permanecer a la expectativa. Regularmente, sólo uno de cada cuatro soldados debe permanecer de guardia durante toda la noche. Los soldados que dormían o trataban de dormir apoyados sobre el timón de los camiones, echados en el suelo o en el techo de los vehículos, corrieron hacia las elevaciones artificiales de hasta cinco metros de alto que rodean el campamento. Un grupo de milicianos armados con morteros y granadas impulsadas por cohetes patrullaban la zona a menos de un kilómetro del campamento, según los centinelas. Los 200 soldados de este campamento ya han experimentado el ataque sorpresivo de pequeños grupos de milicianos, algunos vestidos de civiles, que han surgido como parte de las tácticas bélicas iraquíes en los seis días que lleva la guerra. El peligro acecha en todas partes, no sólo en formaciones armadas. Las tropas están alarmadas y no quieren arriesgarse, pero esto tiene sus riesgos. El temor y la alteración nerviosa puede agotarlos debido a la falta de sueño, lo cual afecta su capacidad de respuesta. Durante cuatro horas, desde la media noche hasta el amanecer, esperaron aprovechando la débil luz de la luna para detectar cualquier movimiento sospechoso en la arena batida por fuertes vientos. Al final, fue una falsa alarma. ¿Alguien sintió pánico y despertó a todo el campamento? "Tenemos que ser cuidadosos y asegurarnos de que respondemos adecuadamente a nuestra inteligencia, que no sobreactuamos", expresó a sus oficiales el teniente coronel Paul Grossbruger, comandante del Batallón 94 de la Tercera División de Infantería. Los centinelas ya no buscan unidades armadas sino amenazas de cualquier sitio o cosa que se mueva en el desierto. Los soldados permanecieron despiertos la mayor parte de la noche y terminaron agotados, lo que implica que las misiones del día siguiente sufrieron un retraso. "Esto es lo que me aterra. Empezás a segregar adrenalina, pero estás cansado, tienes miedo y no puedes volver a dormir", comentó el soldado James Canaday, de 22 años y oriundo de la ciudad de Oklahoma, cuando regresó de su guardia. Los comandantes están tratando de hallar un balance entre la complacencia y la vigilia ante un peligro real. En las últimas 48 horas, las fuerzas estadounidenses en Najaf -alrededor de 150 kilómetros al sur de Bagdad- han sufrido ataques repentinos por pequeñas bandas de milicianos que usan morteros y granadas impulsadas por cohetes. También hubo rendiciones falsas de hombres iraquíes que luego resultaron en agresiones. "Esto pone a todo el mundo nervioso", expresó Grossbruger. "Es una táctica que puede perjudicar a los soldados. Tienes que estar alerta y despierto todo el tiempo y siempre te preocupa que la amenaza ande por ahí", aseguró el teniente Mark Pietrak, de la 535 Compañía de Ingenieros. Pietrak dijo que cuando él y un grupo de soldados fueron el domingo a buscar un poco de agua a unos kilómetros de distancia del campamento, recibieron el impacto de una granada y tuvieron que refugiarse. Pudieron regresar recién a las ocho horas. (Reuters)
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