DOUGLAS HAMILTON
Doha. - La guerra a Irak se está haciendo más sangrienta, menos segura y posiblemente más riesgosa que lo previsto inicialmente. Los líderes y los generales británicos y estadounidenses que conducen el conflicto dicen que se está desarrollando exactamente de acuerdo con los planes. La estrategia central sigue siendo decapitar al gobierno de Bagdad y dejar que la resistencia vaya mermando en la retaguardia. Las fotos de escaramuzas con fuerzas irregulares no los perturban, insisten.
"Pensamos que la batalla más difícil está por venir, lo sabíamos desde el principio y nos estamos preparando para eso", dijo ayer el jefe del estado mayor conjunto, oficial de más rango en EEUU, general Richard Myers. Sin embargo, sus aseveraciones parecen haberse quedado cortas. La predicción era que los iraquíes no contraatacarían y las promesas de que no hay dudas del resultado podrían volverse en contra de la Casa Blanca
En el plano económico, los inversionistas temen que si las fuerzas principales de Saddam Hussein no se rinden como se esperaba, Bagdad pueda convertirse en una ciudad sitiada por semanas y quizás meses, empeorando la incertidumbre mundial. En un cambio de libreto, la ciudad de Basora, la segunda más importante de Irak, obtuvo ayer estatus de ciudad enemiga, cuando se suponía que iba a ser "liberada".
Aparte de los bombardeos de Kirkuk y Mosul y operaciones secretas de fuerzas especiales, el frente norte blindado avanza hacia la capital entre obstáculos que EEUU no esperaba. El comandante de las fuerzas invasoras conjuntas, general Tommy Franks, dice que tiene tropas emplazadas en lugares aún desconocidos para la opinión pública. "Combatiremos bajo nuestras propias condiciones", insiste.
Las debilidades del invasor
Las fuerzas estadounidenses cruzaron el río Eufrates, dejando la ciudad de Nassiriya a unidades iraquíes que serán "despejadas" más tarde. Una cegadora tormenta de arena disminuyó su avance rumbo norte. Pero a diferencia de la Guerra del golfo Pérsico en 1991, esta vez no hubo nubes gigantes y humo negro de incendios de petróleo para debilitar su ventaja de la visión nocturna.
Asimismo, a diferencia de 1991, cuando Hussein ordenó un retiro general a sólo 49 horas de la guerra terrestre, la moral de Irak parece incrementarse mientras la invasión se desacelera, de un rápido ingreso por el desierto a una ofensiva de combate. "Sus sueños de una guerra corta y fácil han empezado a evaporarse y sus esperanzas de derrotar al pueblo iraquí se están destruyendo", dijo un portavoz militar iraquí.
El primer ministro británico Tony Blair se reunirá con el presidente George Bush esta semana, en anticipación de lo que llamó "un momento crucial", cuando las fuerzas estadounidenses se enfrenten a las tropas de la Guardia Republicana de Hussein en la "línea roja", en el sur de la capital. "Creo que Blair siente que necesita esta reunión", sostuvo en Londres un funcionario británico.
Gran Bretaña ha perdido 19 soldados en cinco días, comparado con los 24 que murieron en las siete semanas de la Guerra del Golfo Pérsico en 1991. El número extraoficial de bajas estadounidenses es 14, además de 12 desaparecidos. Irak afirma que han muerto al menos 62 de sus soldados y 84 civiles.
En la Guerra del Golfo, el poder de fuego aliado atacó unidades iraquíes en Kuwait por 38 días antes de que los tanques entraran para tomar a cientos de miles de efectivos rendidos, hombres con rústicas armas de fuego, poca comida, y moral baja. Nada de eso ha ocurrido ahora. Los tanques entraron un día después de iniciada la guerra y no encontraron divisiones esperándolos. Todas las fuerzas iraquíes regresaron a Bagdad para el combate decisivo.
Los analistas políticos dicen que la población estadounidense puede tolerar una guerra prolongada y sangrienta por la continua indignación causada por los mortales atentados del 11 de septiembre, si creen que el conflicto tiene un propósito estratégico y moral y están completamente conscientes del costo humano.
¿Se necesitan refuerzos?
Pero analistas militares dicen que el avance hacia Bagdad está dejando atrás combatientes enemigos peligrosos y caos en áreas urbanas. Ellos temen que el general Franks esté asumiendo riesgos innecesarios al extender sus líneas de abastecimiento a una fuerza invasora que simplemente es demasiado pequeña para combatir y ocupar áreas urbanas en la retaguardia al mismo tiempo. "La fuerza es tan ligera que probablemente tiene la proporción más baja con respecto a las fuerzas enemigas que cualquier otra gran campaña terrestre que hayamos sostenido en el último siglo", dijo el analista estadounidense Loren Thompson.
Los comandantes de las fuerzas aliadas sostienen que no hay pánico, a pesar de algunos focos de resistencia inesperados. Afirman que los planes se están ajustando. El poderío aéreo se trasladará ahora a "blancos de oportunidad" y el apoyo aéreo al avance de las tropas terrestres será mayor. Esto puede resultar mucho más difícil que atacar blancos estratégicos combinados, porque involucra vuelos a menor altura. (Reuter)