Año CXXXVI
 Nº 49.793
Rosario,
miércoles  26 de
marzo de 2003
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Mala praxis política

Viendo los desastres sociales (hambre, desocupación, etc.), económicos (cierre de fábricas, competencia dolosa por aduanas paralelas, malas privatizaciones en desmedro de los usuarios, etc.), financieros (expropiaciones inconstitucionales a depositantes de los bancos, de las compañías de seguros, de las Afjp, etc.), educacionales (altos índices de analfabetismo, cierre de escuelas de formación técnica, bajo nivel de los graduados, etc.), políticas públicas (adjudicaciones en licitaciones fraudulentas), las preguntas que me surgen de inmediato son: ¿por qué, si violaron las leyes y la Constitución, no responden por su conducta, tanto en el terreno civil como en el penal o el administrativo? ¿Por qué no están procesados por algunos de los delitos contra la administración pública o el orden constitucional que prevé el Código Penal? ¿Por qué no son inhabilitados a perpetuidad para ocupar cargos públicos? Un médico, un abogado, un conductor de colectivos, que viola las reglas de su profesión y produce un perjuicio, debe responder por las consecuencias de su mala praxis pero los funcionarios políticos son siempre impunes. Inclusive años después de un fracaso se reciclan y reinciden en los mismos vicios. La señal que esta impunidad envía a los políticos probablemente sea la causa del próximo plan catastrófico que suframos los argentinos, elaborado por hombres irresponsables, impunes y todopoderosos, quienes saben que, aun cuando sus decisiones sean revocadas por sentencias judiciales, nunca deberán pagar las consecuencias de sus actos. Podrá ser algún tribunal de cuentas con poder de sanción el que condene a los que realizan mala praxis política y ésta sea una herramienta para depurar nuestro suelo político contaminado, pero tiene que ser nuestra decisión de no permitir que nunca más un político con antecedentes de haber cometido actos públicos aberrantes pueda ser reelegido. Si actuamos como ciudadanos comprometidos, si actuamos como controladores de la función pública, esto se va a poder modificar, si no estaremos presos de nuestra propia indiferencia y condenados por siempre al fracaso.
Stella Maris Coniglio


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