Año CXXXVI
 Nº 49.793
Rosario,
miércoles  26 de
marzo de 2003
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cartas
El turismo y la primavera

Empezó la primavera en Barcelona y con ella los primeros calores. La gente comienza a vestirse más liviana de ropa; usa colores vistosos y llamativos. Se piensa en la arena y el agua, en los cuerpos que se lucirán en días calurosos. Los turistas ahora triplicarán su cifra -ya nada despreciable de invierno- recorriendo la ciudad. La gran urbe rugirá con mayor intensidad por la circulación de vehículos y aviones. En "La Torre de Babel" que es esta ciudad, será aún mayor la cantidad de idiomas que se hagan escuchar. Turistas de todo el mundo disfrutarán de "la city". Bueno, en realidad no todos los turistas la pasarán muy bien. Allí estarán también "los otros", los "turistas" que se quedaron a trabajar: los que entraron de "turistas". Pasen señoras y señores, pasen y vean: ésta es Barcelona. Una de las ciudades españolas que más inmigrantes ilegales concentra. Una ciudad del "Primer Mundo" que en esto no es diferente, por ejemplo a Río de Janeiro, una ciudad del "Tercer Mundo". Ahí, en Barcelona, disfruta quien no va a trabajar, porque quienes "laburan" en forma ilegal se someten a condiciones iguales o peores a los países de los que se fueron renegando. Las condiciones para vivir mejor están, pero obviamente para los ciudadanos nacidos allí. No para los turistas que se quedan, porque encontrarán horarios de trabajo desmedidos, sueldos bajos y malos patrones; amén que el trabajo que se conseguirá nunca será el idealizado, salvo que alguien quiera cambiar su vida para trabajar de mozo, albañil o en la limpieza. Los trabajos llamados "sucios" siempre serán para el "turista", para esta clase de "turista". Y esto es sólo un vértice del cubo que contiene grandes obstáculos para el inmigrante ilegal. Porque la vivienda es un "rompedero" de cabeza. "¿Compartir departamento con desconocidos, me estás cargando,vos?" "No, así es el Primer Mundo para los tercermundistas". Estas peripecias son las que hay que realizar para sobrevivir, como si el inmigrante fuera apenas un abrojo."Pero a los argentinos nos quieren". "¿Quién te lo dijo?, acaso el mismo que dijo que Dios es argentino y que somos los mejores del mundo". Tirarse a la pileta, esa es la opción del inmigrante ilegal; lástima que a la pileta, en el Primer Mundo, siempre la vacían cuando se está por tirar un inmigrante. Y si te pensás tirar igual, tratá de que no sea de cabeza.
Daniel Marocco


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