Pedro Almodóvar hizo historia el domingo pasado en Hollywood no sólo por haberse convertido en el primer español que consigue dos Oscar de la Academia, sino porque éste "era mucho más difícil y valioso que el primero, con dos películas seguidas. Para mí y para cualquiera", dijo. No en vano lidiaba en la categoría general de mejor guión original por "Hable con ella", su decimocuarta película, con los artífices de «Pandillas de Nueva York", "Y tu mamá también", "Far from Heaven" y "Mi gran casamiento griego". "Conseguirlo y que sea el mejor guión, no lo consigue un extranjero desde el año 66, y sin que la Academia Española de Cine me hubiera abierto un poco la puerta", dijo Almodóvar. La única sombra, fueron las bombas que durante la ceremonia siguieron cayendo sobre Irak. "La felicidad hubiera sido más completa si no hubiera habido guerra. A mí me ha pesado mucho estar doblemente nominado y ver esas fotos en Internet de Bagdad en llamas. Porque aquí no se ven ni muertos ni heridos. He preferido no ver los periódicos españoles para no sentirme mal, porque te preguntas qué haces aquí, en un país donde hay tanto exceso de silencio y tanto miedo, que no quiero que eso me impregne. Porque esas cosas son contagiosas. El miedo y el silencio son contagiosos", dijo el director, quien dedicó el premio "a toda la gente que ha hecho posible la película". "No es que yo haya encontrado gusto en ser un agitador y un pacifista activo, es que -continuó el cineasta- según está la situación, no nos queda más remedio. Mejor que reaccionemos, porque tenemos una historia muy oscura y muy próxima, y que a mí ya me tocó un poco vivirla. Al menor atisbo de autoritarismo y de antidemocracia, que es lo que está ocurriendo en España, hay que salir a la calle, y eso lo ha entendido muy bien el pueblo español. Está siendo un despertar. Pero yo no vengo a darle lecciones al pueblo estadounidense, que es otra de las víctimas de lo que está pasando", sostuvo. A la pregunta de si no aprovecharía para hacer un cine más comprometido políticamente, dijo que su especialidad es "hablar de pequeñas cosas que le ocurren a chicos con este físico (Javier Cámara o Leonor Watling), pero no de grandes temas como la paz". Para Almodóvar, el ambiente de la gala del domingo fue un poco tenso. "La he encontrado fría, pero también he visto más aplausos que nunca con toda la gente puesta en pie, y bastantes sorpresas. Creo que hubo un correctivo severísimo en contra de Harvey Weinstein, el jefe de Miramax, que le ha salpicado de rebote a la película de Martin Scorsese («Pandillas de Nueva York»), quien se merecía el Oscar al mejor director. Eso le ha favorecido de un modo muy sorprendente a «El pianista», de Roman Polanski", dijo el cineasta. "Lo peor de esta ceremonia -confesó el director- es la horrible dictadura de los 45 segundos, no hay dios que en 45 segundos, por brillante que sea, dé con la medida. Yo escribo para el cine, ésa es la gran diferencia, no para la televisión. Esa es una dictadura que todo el mundo ha respetado", dijo. También admitió que las tablas que le dieron el primer Oscar le hicieron estar más tranquilo esta segunda vez, pero además del cronómetro, hay algo que no le gusta: "Es un premio muy importante por el que aceptas humillarte y accedes, pero es que se trata de televisión, y todos los que participamos lo hacemos como figurantes -de lujo, pero figurantes-, y yo odio la televisión, odio el ritmo de la televisión, creo que ése no es el ritmo en que las personas se entienden y hablan. No me gusta ese ritmo. Pero estaré aquí cada vez que me nominen".
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