Año CXXXVI
 Nº 49.793
Rosario,
miércoles  26 de
marzo de 2003
Min 20º
Máx 27º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com





Hoy se cumplen quince años de la muerte de Miguel Abuelo
Un bufón que vivió para cantar himnos que queden en el corazón
El líder de Los Abuelos de la Nada se convirtió en una leyenda gracias a su lírica y desenfado desbordados

Luis Digiano - Especial / La Capital

"Algún día tendré que llamarlo a usted, Padre de los Piojos y Abuelo de la Nada", escribió Leopoldo Marechal en su libro "El banquete de Severo Arcángelo", sin imaginar que un joven desgarbado y de rulos, nacido como Miguel Peralta tomaría uno de esos nombres para darle forma a una de las bandas pioneras del rock nacional, Los Abuelos de la Nada.
Hoy se cumplen 15 años de la muerte o, mejor dicho, del paso a la inmortalidad de ese bufón, trovador, juglar, cantautor, músico que se llamó y se llama: Miguel Abuelo.
Apenas una sombría tumba en el cementerio de Morón, visitada por pocos, contiene sus restos. "El único homenaje que le brindamos fue el haberle puesto su nombre a una plaza de la zona de Palermo, nada más", dijeron sus amigos más íntimos.
Los Abuelos de la Nada surgieron de una mentira piadosa de Miguel, quien en compañía del periodista Pipo Lernoud se presentó al productor artístico Ben Molar en las oficinas de la discográfica Fermata, a fines de los •60, cuando el rock cantado en castellano empezaba a ser negocio para algunos empresarios.
"Pibe, ¿vos tenés un grupo?", preguntó Molar al flaco que todavía no había cambiado su nombre original por el de Miguel Abuelo. "Sí, se llama Los Abuelos de la Nada", contestó el muchacho. Acto seguido, el productor les comunicó que la banda Ðaún no integradaÐ, tendría "hora de grabación en tres meses".
"¿Te das cuenta en la que nos metimos?", le comentó Miguel a Lernoud. "No te preocupes Ðafirmó PipoÐ, vamos a la Plaza Francia y encontramos a todos los músicos del grupo".
De esa forma, y en ese clima improvisado, Claudio Gabis, Kubero Díaz, Pappo, Miguel Cantilo y Jorge Pinchevsky, entre otros, fueron pasando por la banda durante los primeros tiempos, aunque las grabaciones registradas en un sello independiente no tuvieron mayor difusión.
En 1969, Miguel Abuelo editó su primer álbum solista, en el que incluyó temas como "Mariposas de madera" (la primera canción de la banda), "Oye niño" y "Levemente o triste". Dos años más tarde viajó a Europa y el proyecto de armar la banda propia quedó diferido.
Luego de un extenso período en el que transitó por Bélgica, Inglaterra, España y Holanda, "el Abuelo" conoció a Cachorro López, un bajista argentino que tocaba en un grupo jamaiquino de reggae: Jah Warriors. Junto con Cachorro, Miguel reflotó la idea de reclutar a Los Abuelos de la Nada.
A principios de los •80, el conjunto se completó con el guitarrista Gustavo Bazterrica (ex La Máquina de Hacer Pájaros), el baterista Polo Corbella (ex Bubu), el saxofonista Daniel Melingo y el tecladista Andrés Calamaro (ex Raíces).
Casi de inmediato llegó la etapa más conocida de la agrupación, con la salida del primer álbum homónimo (1982) y la difusión radial de temas como "No te enamores nunca de un marinero bengalí", "Sin gamulán" o "Tristeza de la ciudad".
Luego le siguieron: "Vasos y besos" (1983), "Himno de mi corazón" (1984), "Los Abuelos en el Opera" (1985), "Cosas mías" (1986), producciones que también marcaron la idílica relación entre la banda y el público que continuó hasta la última presentación en vivo en septiembre de 1987 en el teatro Opera.
Pese al éxito, la imagen de Miguel Abuelo siguió transitando por los mismos carriles de la locura, bohemia y talento que lo distinguieron cuando todavía era Peralta y deambulaba con su guitarra acústica por las calles, plazas y locales como la recordada y legendaria Cueva de Pueyrredón, en procura de ganar unos pesos como para sobrevivir.
Cada noche de cada día terminaba en rueda de amigos donde se juntaban alrededor del "Abuelo", Litto Nebbia, Moris, Javier Martínez, Tanguito, Pinchevsky y otros en La Perla del Once, de Jujuy y Rivadavia.
"Yo soy el rock", señaló Miguel en una oportunidad, y la frase lejos de ser pretenciosa, se convirtió en un símbolo que determinó la vida de un hombre que terminó de alimentar su leyenda, en la tarde del sábado 26 de marzo de 1988, cuando el Sida se lo llevó tras una operación de vesícula.
Miguel Peralta fue empleado metalúrgico, carpintero, verdulero y botellero. El "Abuelo" fue cantante, compositor, mimo y poeta de la vida, provisto de la universidad de la calle, del asfalto.
En ambos casos, legitimó su forma de trascendencia recorriendo un camino que se sustentó en la confusión, el placer y la magia. Y ahora es leyenda.
Con el paso de los años y a pesar de no estar presente físicamente, la música de Miguel Abuelo sigue vigente, quizás no difundida por las grandes radios (salvo alguna excepción), pero sus versos del estilo de "Ando sólo persiguiendo a mi camino, yo sigo desafiando el porvenir...", siguen vivos.
Es más, la lectura de esta canción pone mágicamente la voz de Abuelo en cualquiera que alguna vez lo haya escuchado: "Fui a las puertas del edén y encontré todo muy bien, fui a la casa del prelado, lo sentí muy preocupado. Llegué a la casa de un artista lo noté corto de vista, pasé por lo del doctor, nunca vi tanto dolor. Te quiero así, me gustas mía, yo no pedí nacer así son cosas mías..."



Miguel Abuelo representa uno de los hitos del rock.
Ampliar Foto
Notas relacionadas
La admiración de sus contemporáneos
Diario La Capital todos los derechos reservados