Año CXXXVI
 Nº 49.793
Rosario,
miércoles  26 de
marzo de 2003
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Pidieron el sobreseimiento de un reportero gráfico
Néstor Juncos había sido arbitrariamente detenido por un policía que armó una causa por lesiones y resistencia

Los defensores del fotógrafo de La Capital que fue imputado por resistencia a la autoridad y lesiones por un policía del Comando Radioeléctrico, que lo detuvo arbitrariamente mientras registraba imágenes en el centro de la ciudad, pidieron ayer el sobreseimiento del trabajador y solicitaron se investigue la conducta del agente que procedió al arresto por ser violatorio de la libertad de expresión y el derecho constitucional de publicar en la prensa sin censura previa.
Néstor Eduardo Juncos fue apresado el 11 de febrero pasado por el oficial ayudante Miguel Angel Vallejo cuando tomaba imágenes frente a la galería La Favorita, al encontrarlo en una "actitud sospechosa". No bastó que el reportero gráfico exhibiera su credencial y explicara los motivos de su presencia. El agente lo esposó a la reja de un local comercial ante la presencia del administrador de la galería para la cual cumplía servicios adicionales de custodia y luego lo obligó a ir hasta la comisaría 2ª, donde lo amenazó con iniciarle una causa, lo que luego formalmente hizo.

Actuación antijurídica
Para Víctor Corvalán y María de los Angeles Milicic, defensores de Juncos, "la actuación (del policía) queda descolocada y se convierte en antijurídica, es decir un obrar ilegítimo". Para sostener ello, los profesionales manifestaron en el pedido de sobreseimiento elevado al juez Correccional Daniel Acosta que no había "ningún supuesto fáctico, de los que describe el propio policía, que autorizaba a la virtual detención sin orden judicial".
El escrito de los abogados sostiene que el fotógrafo "no estaba en actitud sospechosa y logró identificarse no sólo nominalmente sino también en lo laboral", acreditando la credencial de periodista gráfico de La Capital.
Los abogados sostienen que "pese al relato del policía donde se pretende fabricar una excusa para la privación de libertad que consuma, ni siquiera si fuera verosímil que nuestro defendido lo hubiera insultado de palabra, justifican que proceda del modo en que lo hace". Juncos "estaba trabajando y como ya había terminado su labor no insistió en discutir la (supuesta) prohibición de tomar fotografías que curiosamente se encargan de ocultar en todo momento tanto el policía como el testigo administrador" de la galería. Lo que si aceptó Juncos desde un primer momento es su negativa a concurrir a la comisaría como lo pretendía Vallejo, y por ello resultó esposado, no teniendo más remedio que cumplir con la ilegítima orden ante una persona armada.
Acerca de las lesiones que Vallejo dice haber recibido por parte de Juncos y que el fotógrafo negó siempre, la defensa sostiene que "si aún por hipótesis, concediéramos que pudiera acreditarse la responsabilidad de Juncos en la producción de las lesiones, su conducta se encontraría justificada al ser consecuencia de una legítima defensa frente a una orden ilegal y en consecuencia, se impondría su sobreseimiento".

Pedido de investigación
Finalmente, el escrito remarca la gravedad del hecho "si tenemos en cuenta que por un lado nada menos que un oficial de policía, es decir un funcionario con un nivel de instrucción superior a la media, abusando de sus facultades se aparta de la ley que debe celosamente custodiar, y encima, la emprende contra la actividad de un periodista gráfico que intentaba cumplir con el deber y el derecho de informar a la ciudadanía".
En este orden, Corvalán y Milicic piden al juez de la causa que investigue la conducta del oficial Vallejo, algo que llamativamente aún no se ha hecho, ya que de lo contrario su accionar quedará impune y extenderá la preocupación a los demás periodistas que hipotéticamente podrían ser víctimas de acciones ilegítimas en el ejercicio de su profesión, lo que afectaría el básico principio constitucional de libertad de expresión y el derecho de publicar en la prensa sin censura previa.
El insólito episodio significó la segunda aparición pública de Vallejo, quien en el año 2000 fue acusado de matar a dos jóvenes en un caso de gatillo fácil. El policía sostuvo que se trató de un enfrentamiento, mientras la mayoría de los testigos alegó que las víctimas fueron literalmente fusiladas cuando se hallaban sin armas y con las manos en alto.


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