| | Reflexiones Doctrina de guerra preventiva
| Ricardo Alejandro Terrile (*)
Con Bush, Estados Unidos ha llevado a la práctica su nueva doctrina que autoriza ataques preventivos contra terroristas y estados hostiles. El gobierno se justificó con el argumento de que la geopolítica se ha modificado sustancialmente después de la caída del muro y la aparición de nuevos métodos de combate capitalizados por el terrorismo en los que, como quedó en claro después del 11 de setiembre de 2001, los "enemigos del eje del mal" se sirven de los mismos aviones con bandera estadounidense, para combatirlos. La doctrina de la guerra preventiva dejó de ser un recurso alternativo para transformarse en uno de los pilares de la política exterior norteamericana. Se actúa frente a eventuales y/o presuntas amenazas a fin de disuadir a potenciales enemigos, "mostrando" el poderío bélico de Estados Unidos y la decisión política de su presidente de actuar, aún unilateralmente, si Naciones Unidas o la Otán no los acompaña. No es casualidad que Colin Powell sea el secretario de Estado designado por Bush para recorrer Europa exponiendo la necesidad de combatir a Irak. Estados Unidos pretende mantener la supremacía militar, desalentar el surgimiento de una superpotencia rival y disuadir a los países del mundo de amenazar al imperio. Bush ha adoptado políticas más conservadoras y agresivas que su padre, en otro contexto y con la ventaja de la "desaparición" del conflicto este-oeste. Para muchos, apuntar a Irak tiene el propósito de encontrar un "chivo expiatorio", militarmente débil y dirigido por quien ni siquiera tiene consenso en los países musulmanes, como Saddam, a fin de mostrar al mundo la firme decisión política de la administración Bush de no vacilar frente a nadie. Corea del Norte observa con atención el conflicto consciente de lo que depara la "desobediencia". El imperio se ha transformado en un sistema que tiene la particularidad de sintetizar, en la actual coyuntura mundial, la decisión inquebrantable de actuar en todo el mundo con el peso de la tecnología más sofisticada para el uso y beneficio del bienestar norteamericano. Jimmy Carter, el ex mandatario norteamericano, premio Nobel de la Paz 2002, publicó días atrás para "The New York Time", que "..esta no es una guerra justa..". Señala que para que sea tal, debe perseguir distintos criterios claramente definidos: a) la guerra puede ser declarada sólo como último recurso, cuando se hayan agotado todas las opciones no violentas; b) las armas de guerra deben discriminar entre combatientes y no combatientes; c) la violencia debe ser proporcional al daño sufrido; d) los atacantes deben tener legitima autoridad aprobada por la sociedad que representan; e) la paz que establezca debe ser un claro progreso respecto de lo que existe. Ninguna de éstas condiciones son cumplidas por el gobierno de EEUU. El comienzo de su intervención en la Segunda Guerra Mundial obedeció a un ataque de Japón a intereses norteamericanos. En Corea y Vietnam existían en la concepción geopolítica de sus ideólogos una amenaza cierta al papel hegemónico e imperialista de EEUU en su confrontación con la URSS. Irak no tiene semejanza con ningún antecedente: de la misma manera que se actúa contra un país por la riqueza estratégica de su subsuelo y contra el gobierno que la representa por su marcado perfil antidemocrático, mañana puede justificar su accionar contra cualquier otro país del mundo. La doctrina de la guerra preventiva acciona contra cualquier "presunción" de hostilidad, unilateralmente interpretada; no exige insinuación o ataque efectivo contra sus intereses y no media proporcionalidad de los medios utilizados para combatirlo. La doctrina justifica la unilateralidad de la decisión en virtud de interpretar que en la actual coyuntura internacional, toda hostilidad directa o indirectamente afecta a EEUU. Es importante que nuestro país y las naciones del mundo adopten una clara y determinante conducta sin condicionarse a las agresivas presiones del Imperio. (*) Profesor de Derecho Constitucional
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