Pedro Squillaci / La Capital
¿Qué tiene la Bersuit que no tengan otras bandas? ¿Músicos talentosos? No ¿Un sonido impecable? Tampoco ¿Temas de un vuelo poético inalcanzable? Mucho menos. ¿Sentimiento y pasión en lo que hacen, y por lo tanto una comunión impresionante con su público? Absolutamente. Eso es lo que tiene de sobra Bersuit, y la convierte en la banda mas convocante de los últimos tiempos. A base de desenfado, una mixtura desprejuiciada de ritmos, y compromiso en las letras, la banda liderada por el Pelado Gustavo Cordera llenó dos veces el Anfiteatro Municipal este fin de semana. Pero más allá de la performance de Bersuit, la estrella fue la gente. Todos bailaron, cantaron de punta a punta los temas, mostraron sus trapos, saltaron e hicieron pogo durante las dos horas y media de recital sin ningún tipo de incidentes. Un ejemplo que solo lo puede lograr un público como el de Bersuit Vergarabat. "Hola, Rosario. Cómo creció la familia, loco" dijo el Pelado Cordera a una multitud de más de cinco mil almas. La gente, en una media que iba de los 17 a los 25 años, terminaba de darles la bienvenida con el "olé, olé, olé, olé, olá, de la cabeza con Bersuit Vergarabat". Muchos de los que concurrieron el sábado formaron parte de las 300 personas que una vez asistieron al Sportivo América, o del grupito de devotos que les hicieron el aguante en Luna, Morrison, o El bajo. Pero de eso ya pasaron más de diez años. El grupo que tocó en el Anfiteatro es más maduro, más profesional, suena mejor, tocan afinados, pero conservan la esencia y la mística de aquellos irreverentes músicos de los primeros noventa. Por eso no abandonan los pijamas, que los siguen usando como una camiseta. Por eso se los quiere tanto. Porque fueron fieles a sí mismos. Y en estos tiempos, eso es más que suficiente para llegar al corazón. No importa si tocan rock, cumbia, chamamé, milonga, reggae, rap, candombe o murga. En realidad hacen todo eso, mezcladito, y generalmente les sale bien. La voz del Pelado no es la voz pero es el Pelado. Y con eso basta. La amplitud de este grupo hace que lo que para otros es transgresor aquí no lo sea tanto. Cordera, Germán "Cóndor" Sbarbati y Daniel Suárez mostraron el culo durante más de un minuto en medio en "C.S.M" y estuvo todo bien. Y si el Pelado quiere que la gente baile en el escenario invitará a 10 mujeres, como lo hizo en "La petisita culona", y ese espacio sagrado del artista se convertirá en una kermesse. Cordera puede agarrarse los testículos en un tema, decir "mamámela" en otro, y darle un piquito a sus compañeros en otro. Y todo encaja en el universo Bersuit. En un momento de la noche, el tecladista Juan Subirá cantó con Pepe Céspedes, en guitarra, la milonga "Tortazos", en homenaje a Edmundo Rivero. "No te hagás la rata cruel", entonaba. Y aunque muchos chicos y grandes nunca escucharon ese tema, todos lo disfrutaron y se sintieron identificados con el mensaje. Es que Bersuit habla el mismo lenguaje de la gente común. En una suerte de diccionario popular, sus canciones contienen esperanzas, sueños, amores y desamores, pero también injusticias, críticas al poder, homenajes a los desaparecidos, humor e ironía. Por eso la gente abre sus brazos en cada tema, fija sus ojos en esos artistas, prende bengalas y vive cada canción como si fuese la última. Pocas veces se pudo disfrutar en Rosario de un show en el que todos (sí, todos) canten de punta a punta todas las letras de memoria, a excepción de los estrenos "Convalescencia en Valencia", "Un hombre", "Calavera" y "Tortazos". Las emociones fueron del furor total con "Se viene" y "Señor Cobranza" (de "Libertinaje"), "La bolsa" (de "Hijos del culo"), y "Como nada puedo hacer" y "Tuyu" (de "Y punto"), a momentos íntimos como en "Si amanece" ("Asquerosa Alegría) y "Qué pasó" ("Libertinaje"). Pero quizá el momento cumbre fue cuando Cordera y Céspedes se sentaron -con una extraña formalidad-, y con el solo acompañamiento de una guitarra acústica brindaron "Mi caramelo", de "Don Leopardo". El tema relata el deseo de un hombre casado y con hijos de volver a "jugar a la botellita" con el amor de su vida. La gente la cantó de un modo tan conmovedor que el Pelado dejó de cantar y sólo atinó a mirar al público. Fue la síntesis más exacta para entender que, cuando toca Bersuit, el verdadero espectáculo está abajo del escenario.
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