Año CXXXVI
 Nº 49.791
Rosario,
lunes  24 de
marzo de 2003
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Festejaron los 125 años de una anciana jujeña

Una mujer jujeña cumplió 125 años, edad que la convierte en una de las personas más longevas del mundo. Se trata de Margarita Lacsi, quien no tiene descendencia y vive en una humilde vivienda de la localidad de Guerrero, en las afueras de San Salvador de Jujuy, desde hace 50 años aproximadamente, cuando dejó de trabajar como quesera, tras la muerte de su patrón.
En Guerrero, distante unos 15 kilómetros al oeste, la mujer vive en compañía de la familia González y de una cuidadora domiciliaria, mientras una doctora y asistente social del Programa Federal de Salud se ocupan de que no le falten las vitaminas, con la que aliviana el dolor en los huesos que comenzó a sentir por su debilitamiento. Sin embargo, camina por la casa ayudada de dos bastones, y cuando descansa la mayor parte del tiempo mira revistas o conversa con quien esté a su lado.
La anciana lamenta la soledad en la que vive luego de la muerte de su su esposo y su patrón, aunque afirma: "No me falta nada, estoy un poco jodida por la edad, pero nada más".
"Ya casi no puedo caminar mucho porque los huesos se me pusieron blandos", comenzó comentando la mujer mientras soplaba las velitas. Margarita toma "todos los días medicamentos; Farmaton por las mañanas y Total Magnesiano con el almuerzo", dice su médico de cabecera, Mariel Ricelo y la trabajadora social, María Erazo, quienes los fines de semana suelen visitar a la humilde anciana.
Según se comenta de la abuelita, llegó a ser una excelente quesera, actividad a la que se dedicó durante gran parte de su vida para lo cual se encargaba del ordeñe de unas 20 cabras que pertenecían a don Ignacio Carrillo, que era su patrón, y ella misma bajaba a la ciudad para entregárselos.
"Yo me crié en el campo, junto a mi esposo, hasta que el patrón me dio esta casa", recordó Margarita quien no tuvo hijos. Luego de vivir toda su vida en el campo, la anciana se encuentra saludable y sólo una vez fue al hospital, cuando se resintió de un dolor en las costillas al caerse de un caballo. Para demostrar que el buen estado de salud se refleja también en su memoria, se animó a recitar una copla. (Télam)


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