Un primer tiempo para el olvido y una etapa final para guardar. River Plate no anduvo con medias tintas en Parque Patricios. Aburrió al principio y redondeó un 6 a 0 inapelable y con algunos lujos en el capítulo final. Huracán terminó rendido a sus pies, derrumbado anímicamente y con la triste sensación de que la B Nacional está cada vez más cerca de su futuro. A nivel futbolístico, River dio un gran paso atrás en el primer tiempo, porque controló la pelota durante la mayor parte del desarrollo, pero fue incapaz de generar una sola acción de riesgo ante el limitado Huracán. Le faltó profundidad, abusó de los pelotazos frontales y no tuvo movilidad ni ideas para encontrar el desequilibrio. Ante tanta apatía ofensiva, Huracán comenzó a animarse. Tardó, es cierto, pero le alcanzó para protagonizar las dos jugadas más peligrosas de la etapa inicial. A los 32, Alejandro Alonso se escapó por derecha, mandó un centro atrás y el remate seco de Pablo Monsalvo explotó en el travesaño. A los 36, José María Buljubasich debió esforzarse para tapar un tiro lejano de Darío Gigena. Pellegrini tomó nota de que River necesitaba mayor volumen de juego. Y entonces en el entretiempo lo puso al creativo Daniel Ludueña por el combativo Oscar Ahumada. El cambio fue acertado porque al romper con el doble cinco D'Alessandro tuvo alguien con quien dialogar, algo que no había ocurrido anteriormente. Pero no fue Ludueña, sino un tiro libre de Fernando Cavenaghi, el que destrabó el partido. El pibe del Sub 20 la clavó en el ángulo derecho para el 1 a 0 y ya nada fue como hasta entonces. Huracán ni tuvo tiempo para reaccionar. Al minuto siguiente, Eduardo Coudet habilitó a Cavenaghi y el goleador definió con un toque exquisito por arriba del arquero. Lo que ocurrió después fue un aluvión de goles de River. Primero fue Darío Husain, quien definió tras un pase de Coudet. Después, el Chacho le dio una asistencia a Esteban Fuertes para el cuarto. El quinto también fue una joyita: un tiro de D'Alessandro de emboquillada desde 35 metros. El encargado de cerrar la cuenta fue Diego Barrado, con un toque por encima del arquero. River se fue de Parque Patricios envuelto en un clima de fiesta. Huracán, el pobre Huracán, cada vez está más deprimido. (DYN)
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