Año CXXXVI
 Nº 49.790
Rosario,
domingo  23 de
marzo de 2003
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Panorama político
¿Quo vadis Lole?

Carlos Duclós / La Capital

Poco reconfortante resulta asistir cotidianamente a esta realidad argentina que deprime, de una u otra forma, a cada uno de los atribulados habitantes de esta tierra. Sumergidos en una campaña electoral que nadie a ciencia cierta sabe en que terminará, los protagonistas de siempre retornan a los escenarios con más de lo mismo: promesas, declamaciones estudiadas, denuncias y reproches y, desde luego, todo el bagaje conocido del marketing político con que estos ilusionistas pretenden cautivas al electorado.
Pero hay algunos que, sabiamente, han preferido mantenerse al margen de esta historia, pero no de la historia. Y uno de ellos es el gobernador de la provincia de Santa Fe Carlos Alberto Reutemann, a quien algunos, haciendo alarde una ignorancia manifiesta, califican de poco talentoso, escasamente intrépido y hasta temeroso. Discrepando con esa visión que algunos hombres de la política tienen del gobernador Reutemann lo describiré como un hombre introvertido, no verborrágico, pero sumamente pensante, sagaz, inteligente, reflexivo, calculador y, tal vez lo que es más importante, con una meta clara.
Desde luego, por tratarse de un hombre, es falible pero no parece haber fallado en la adopción de decisiones cuestionadas por muchos de sus compañeros, especialmente en su gran decisión de no participar en la carrera presidencial y mantenerse prescindente. Y esta ha sido quizá la más sabia de las decisiones adoptadas en sus últimos meses, a pesar de la rabieta de Duhalde ¿Por qué esa decisión? Analícese primero una cuestión importante que ha modelado en cierta forma, y sin dudas, el carácter de Reutemann y que ha determinado su conducta en la vida, incluso en la vida política. En primer lugar, digamos que ni el mejor de los conductores de un automóvil de calle podría mover con éxito un monoposto de fórmula uno. Menos aún llevarlo durante horas a una velocidad de trescientos kilómetros por hora y mucho menos tomar curvas y realizar maniobras de sobrepaso a esa velocidad. Es más, no cualquier corredor profesional de autos puede acceder a esa fórmula. Se necesita, además de experiencia y profesionalidad, talento, creatividad, capacidad de resolver problemas en el acto y ser un gran calculador, porque un segundo o un metro de más en la frenada implican no ya la pérdida de una carrera, sino la pérdida de la vida.
Quienes recuerdan al Reutemann piloto, tendrán la imagen de un hombre que no fue audaz, pero sí exquisitamente pensante y calculador (tal vez por eso hoy es gobernador de Santa Fe). Medía todo y hasta alguna vez se le escuchó decir antes de salir a pista: "si algo falla es porque técnicamente no se hicieron bien las cosas". A partir de allí podemos tratar de conocer al Reutemann político y gobernante ¿Podría haberse esperado que este hombre rompiera su molde y fuera un intrépido y audaz como gobernador ampliando el presupuesto para realizar obras, mejorar servicios endeudando a la provincia? No, midió las cosas, calculó y advirtió que la tremenda crisis que se avecinaba tornaban necesario que las cuentas fiscales cerraran y no perder el prestigio que siempre tuvo como buen administrador en los niveles internacionales. Santa Fe pasó el temporal sin bonos ni grandes sobresaltos. ¿Podía esperarse de él que abriera las puertas a un pasado peronista santafesino que no dejó bien parado al partido ante la comunidad? No, y esas puertas no se abrieron a pesar del pataleo de los muchachos. ¿Podía aguardarse que fuera candidato a presidente por un sector del justicialismo, en este caso el duhaldismo? No, y su decisión fue más que acertada. En realidad Reutemann no vio nada raro dentro de la interna peronista, sólo vio a la interna y dentro de ella la figura de Carlos Menem, el hombre que lo invitó a que fuera gobernador de la provincia y a quien, por un concepto de lealtad prefirió no enfrentar.
Y esto rescata otra faceta del gobernador, faceta de la que carece Scioli, por ejemplo, otro invitado de Menem que hoy saltó el cerco y se fue a la antípoda duhaldista: la lealtad a sí mismo, a una conducta en la vida.
Se podrá o no estar de acuerdo con Menem, pero lo que no se debe es tener doble faz, porque entonces se pierde credibilidad. Pero sobre todo, el no de Reutemann responde a su forma de ser que adquirió en las carreras: "si voy a ser el líder que sea con el consenso de todo el equipo, o al menos de los sectores más importante". Haber concurrido como candidato en estas circunstancias hubiera significado para él un desgaste inútil, un mezclarse en discursos y actitudes que seguramente deplora, tal como deplora la ciudadanía. Era y es el candidato del consenso. ¿Reutemann se equivoca? Sí, desde luego, y se está equivocando hoy al bendecir a hombres (acaso apresuradamente, a no ser que se trate de globos de ensayo) con miras a las elecciones para gobernador en Santa Fe. Se equivoca al no posar más su mirada en el sur provincial, donde ya comienzan a escucharse que peronistas como González, Traferri, entre otros, se preparan también para la largada. La encuesta publicada hoy por La Capital permite una lectura clara de la situación reutemista: Hammerly y Julio Gutiérrez los mejores posicionados (el primero sin la bendición de Reutemann baja en el puntaje).
Un poco más lejos del reutemismo, Obeid está en punta aunque comparativamente con menos posibilidades si se tiene en cuenta que es un político de años, que fue gobernador y que eso debería haberle servido para tener más base de sustentación. Pero el dato relevante que aún no fue publicado lo da una encuesta realizada por periodistas de este diario: a la pregunta a quien votaría para gobernador y sin dar opciones de nombres más del treinta y cinco por ciento de los encuestados respondió espontáneamente: "a Reutemann".
Lo asombroso es que el gobernador no haya intentado la reforma constitucional para poder acceder a otro período. Hubiera sido una actitud correcta, porque Santa Fe merece una reforma constitucional y sus habitantes la posibilidad de reelegir a su gobernador. Con todo este poder la pregunta es: ¿Quo Vadis Lole? En todo caso donde vaya ese será el destino del justicialismo santafesino.


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