Año CXXXVI
 Nº 49.790
Rosario,
domingo  23 de
marzo de 2003
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Editorial
El fin del corralón

La semana que viene el gobierno nacional se apresta a dar una solución definitiva a los depósitos de los ahorristas que se encuentran atrapados en el corralón financiero. La intención del presidente Eduardo Duhalde, anticipada más de una vez, es poder darle fin antes del 25 de mayo a uno de los íconos de la dramática catástrofe económica y social del 2001/2002: la incautación de los ahorros de la población argentina.
Duhalde tiene a la firma un decreto que devolvería por etapas el dinero a la gente en base al fallo de redolarización de la Corte Suprema de Justicia. Es decir, reintegrar a los ahorristas la totalidad de sus depósitos y en su moneda de origen o en pesos al tipo de cambio libre. La cuestión a resolver en esta complicada situación es la diferencia entre el dólar libre y lo que ya han comenzado a devolver los bancos: un dólar a 1,40 peso más el CER y los intereses correspondientes.
El propio ministro de Economía Roberto Lavagna aseguró el viernes antes de viajar al exterior que el gobierno no tiene pensado instrumentar un bono compulsivo para pagar la diferencia. Tampoco explicó como lo haría.
Más allá de los tecnicismos y mecanismos financieros, es saludable que los ahorristas argentinos puedan volver a disponer de su dinero, en muchos casos los ahorros de toda la vida de una familia. No caben dudas de que la posibilidad de los bancos de reintegrar actualmente parte de lo retenido en el corralón obedece a un significativo mejoramiento de la situación económica del país, el crecimiento de sus exportaciones y una sensible mejoría de su mercado interno.
El abismo en que había caído la Argentina —con un retroceso de más del 10% del PBI en el 2002— no dejó a un sólo sector de la población indemne. La gente perdió su empleo, los comerciantes se fundieron, las familias se desmembraron y los ahorristas perdieron su dinero. En esta etapa de reordenamiento que ha iniciado el país y que aspiramos que continúe con el nuevo gobierno, cualquiera sea su signo político, no sería descabellado sostener que los ahorristas también deberán hacer un esfuerzo y no pretender cobrar sus legítimas acreencias de una sola vez y en efectivo.
Ya muchos depositantes sacrificaron su dinero al malvender sus certificados de depósitos o aceptar cifras inferiores a las que poseían. Los que aún quedan en el corralón tienen la posibilidad de recuperar buena parte de su dinero aunque tal vez deban aceptar alguna dilación en el pago, especialmente para cubrir la brecha para alcanzar al dólar libre.


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