No es ninguna novedad que para César Delgado los espacios son como una especie de complejo vitamínico que potencia sus virtudes y las pone al servicio del equipo. Así fue en el segundo tiempo. Con el resultado a favor, Central hizo uso y abuso de los espacios que lógicamente entregó Newell's cuando salió a buscar sin saber muy bien qué. No se debe acotar la capacidad del delantero auriazul. Es necesario reconocer que también resuelve, y muy bien, en espacios reducidos. Como sucedió hace apenas una semana en el Cilindro de Avellaneda. En el primer tiempo Delgado no salió de la medianía canalla y fue presa de la muy buena tarde del Colorado Ré. Tampoco pudo por izquierda y por el medio. Ni más ni menos que una consecuencia, y una extensión, de la floja actuación del juego de conjunto del equipo de Russo. Pero después fue una pesadilla. Asistió a Messera para el segundo y empezó a taladrar a la endeble defensa rojinegra en cada contraataque. El moño lo puso con el tercer gol, para agarrarse de la mano con Figueroa en la cima de la tabla de goleadores. Como si eso no fuera suficiente, estuvo a punto de conseguir un emblemático y esperado cuarto gol que le tapó abajo Luciano Palos. Ayer le tocó hacerse fuerte con espacios, una instancia que es la que mejor le cabe a sus características. Cada pelota que tomó en el complemento generó una sensación inminente de gol. Sólo tuvo problemas, y muchos, para escaparle a Ré. Pero después se sintió como pez en el agua. Porque sabe que lanzado en velocidad es uno de los jugadores más desequilibrantes del torneo. Y todavía tiene margen para crecer.
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