Año CXXXVI
 Nº 49.790
Rosario,
domingo  23 de
marzo de 2003
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Villa Cañás: Crianza de tortugas para preservar la especie
Una familia busca que se reproduzcan para luego devolverlas a su hábitat natural

Rosana Sirur / La Capital

Villa Cañás. - Tal como lo vivenció en casa de sus padres, abuelos y tíos, Rosita de Aramendi junto con su familia profesan un sentimiento especial por las tortugas y anhelan constituir un tortuguero "para que la especie se reproduzca, porque si se regalan como mascotas se van perdiendo, además deseamos preservarlas y devolverlas a su hábitat natural", dijo consciente de que la tortuga es considerada como "vulnerable" a nivel nacional e internacional y en el Chaco es una especie protegida por ley provincial.
Las primeras tortugas llegaron a casa de los Aramendi hace más de 10 años. "Mis hijas quisieron tener estos animalitos y en un viaje a Resistencia (Chaco) visitamos la casa de una tía y ella se las obsequió", recordó Rosita. Nélida Ivancovich de Salemi -tía de Rosita- hace más de 60 años que se dedica a las tortugas.
Al antiguo gallinero de siete metros por tres y medio, ubicado en el fondo del jardín de su casa doña Lila -conocida por sus familiares y amigos- lo acondicionó y denominó "el tortuguero"; allí entre abundantes plantas, flores y, en especial, orquídeas silvestres nativas, habitan aproximadamente 50 ejemplares de la especie conocida como "tortuga terrestre chaqueña", reptil cuyo nombre científico es Chelonoidis petersi.
Siguiendo al pie de la letra las instrucciones de cuidados indicadas por doña Lila, la familia Aramendi crió a sus dos tortugas en Villa Cañás. El observarlas permanentemente y leer todo el material bibliográfico sobre la crianza de tortugas que encontraron les permitió descubrir que tenían una hembra y un macho. Como las tortugas ponen sus huevos en el pozo que ellas mismas realizan en la tierra blanda, pero no los crían -amparados en los conocimientos aportados por dona Lila-, los pusieron a incubar en latas cubiertos con arena muy seca, y en esta ocasión, 14 meses después vieron el nacimiento de dos nuevas tortugas.
Varias veces la familia trajo latas de arena con huevos de tortuga, pero nunca habían podido lograr el nacimiento de nuevos ejemplares y ahora descubrieron que el impedimento estaba dado por el cambio de temperatura "siempre los tuvimos en el comedor, pero en invierno estaba el calefactor y cuando en verano prendíamos el aire acondicionado se producía un cambio brusco. Este año, al no prender el aire, comprobamos que pueden nacer", dijo.



La familia protege unas 50 tortugas terrestres.
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