Año CXXXVI
 Nº 49.789
Rosario,
sábado  22 de
marzo de 2003
Min 18º
Máx 26º
 
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Editorial
Por un clásico en paz

Pocas cosas despiertan tanta pasión y adrenalina como el clásico entre Central y Newell's. Miles de simpatizantes están pendientes de esos noventa minutos y alimentan, a partir de allí, el folclore futbolero que se palpita en cada barrio, en cada bar y en cada esquina de la ciudad. Es, sin dudas, la fiesta mayor de la ciudad. Una fiesta que se extiende hasta el próximo partido y que vuelve a renovarse cada vez que se enfrentan.
Muchas veces a lo largo de la historia, el clásico se ha visto empañado por hechos de violencia. Agresiones, descontrol, muerte y dolor también signaron las páginas de esta historia. Violencia incompresible si tenemos en cuenta que se trata de un partido de fútbol. Ni más ni menos que eso. Un juego.
Hoy habrá más de mil policías en el estadio y sus adyacencias para tratar de evitar cualquier tipo de incidentes entre las hinchadas. Desde varias cuadras antes se exigirá la correspondiente entrada; el que no la tenga, no podrá acercarse. Todos los simpatizantes serán sometidos a cuatro cacheos para evitar que accedan a la cancha con cualquier tipo de objeto contundente. Otros 300 agentes estarán a cargo de garantizar la seguridad en el resto de la ciudad, ya que el partido se televisará por cable y habrá muchos lugares públicos donde se lo podrá ver.
El operativo diseñado por la policía contempla una movilización de efectivos excepcional. Tendrán, obviamente, un papel disuasivo muy importante. Pero no debemos confundirnos. Son los propios simpatizantes quienes deben comprometerse para que se pueda disfrutar de otro clásico en paz. Si entendemos que es un juego, donde se puede ganar y perder, aunque duela, la integridad física de cada uno de los espectadores estará garantizada. Rival no quiere decir enemigo. Folclore no es provocación. Amargura no es sinónimo de agresión.
Se puede. Los simpatizantes de Newell's y Central ya lo han demostrado en muchísimas oportunidades. Es más, no hay ninguna duda que la inmensa mayoría quiere disfrutar de un clásico sin violencia.
Cada uno de los protagonistas deberá aportar lo suyo. Jugadores, policías y espectadores deben tener ese mismo objetivo. Si lo entendemos así, mañana estaremos hablando solamente del resultado de un partido de fútbol. Y disfrutando de una fiesta incomparable.


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