Adrián Gerber / La Capital
El puente Rosario-Victoria siempre estuvo demasiado lejos. Tuvieron que pasar décadas de espera para iniciar el ambicioso proyecto. Llamados a licitación y postergaciones. Reiteradas inauguraciones de piedras basales. Amagues de iniciación de las obras. Renovados compromisos de distintos gobiernos nacionales que siempre se evaporaban. Una concesionaria que comenzó a construir el puente con el subsidio que recibió del Estado nacional (220 millones de pesos), y cuando debía invertir su parte paró la obra incumpliendo el contrato. Y, ahora, el Estado nuevamente sacando otros 51 millones de su billetera para que la empresa termine el proyecto. Marchas y contramarchas que ahora están llegando a su fin. Pero los obstáculos que se sucedieron en el último año rozan el escándalo. La concesionaria luego de recibir el subsidio del gobierno nacional, y cuando debía aportar los 141 millones de pesos comprometidos (dicen que invirtieron 75 millones), paralizó el emprendimiento (está construido en un 92 por ciento) argumentando que la salida de la convertibilidad lo hacía inviable económicamente. Así las cosas, y luego de descartar la rescisión del contrato por incumplimiento, el gobierno central se comprometió a financiar a la contratista en 51 millones para que termine la obra. Y así el Estado hace el papel de bobo, de hijo de la pavota, entrando una vez más en un pésimo acuerdo con empresas que nunca arriesgan nada. El Estado pone todo, y Puentes del Litoral poco y nada. Esta situación provocó la reacción de dirigentes políticos locales denunciando esta renegociación de contrato. Reacciones lógicas y justificadas. Pero después de ver cómo el Estado nacional -con dinero de todos los argentinos- subsidia alevosamente con un millón de pesos por día a las concesionarias de los trenes de pasajeros de Buenos Aires, cómo el gobierno central gasta plata en la Comisión Binacional del Puente Buenos Aires-Colonia, cómo invierte fondos en la Secretaría de Cultura de la Nación, cuyos museos y actividades sólo están disponibles para los porteños. Después de ver todos estos desequilibrios regionales, y muchos otros más, no parece tan grave y hasta puede percibirse como un triunfo del interior del país que el Estado nacional cierre un polémico acuerdo con Puentes del Litoral, pero al menos esta vez quede una obra de infraestructura vital fuera de los límites de la Capital Federal. Por eso, hoy lo importante es que el puente se termine de una vez por todas. Después, una vez inaugurado, se deberá presionar para que haya una renegociación seria con la concesionaria, donde esté en juego una reducción de la tarifa de peaje y de los años de concesión (22). Sin duda, una pelea mucho más fácil que la que hubo que dar durante décadas para que el sueño de un puente que una Rosario con Victoria se haga realidad. Porque esta obra, y no hay que engañarse, nunca fue vista con buenos ojos por el establishment y la burocracia porteña y santafesina. Y sólo basta recordar estas dos ilustrativas declaraciones públicas realizadas cuando ya estaba en marcha el proyecto: * "El puente Rosario-Victoria es un ano contra natura, es como tirar la plata al mar". Esta frase del ex concejal José Weber fue acompañada en su momento con expresiones en el mismo sentido de los entonces diputado justicialista Juan Carlos Mercier (luego ministro de Hacienda) y concejal radical Sara Pinasco. Todos dirigentes de la capital provincial. * "Haber comenzado el puente Rosario-Victoria fue una irresponsabilidad total". Esta fue la contundente afirmación de Nicolás Gallo cuando era ministro de Infraestructura de Fernando De la Rúa al sostener que la obra estaba desfinanciada. Es curioso que la idea de materializar el puente Rosario-Victoria fue anterior a las dos grandes conexiones viales que al final se habilitaron antes: el túnel Santa Fe-Paraná y el puente Zárate-Brazo Largo. Es que esta obra siempre se vio postergada, relegada, pese a que es decisiva para el futuro del Litoral. Y si bien todavía hoy se mantienen muchos interrogantes sobre cuál será el impacto económico que tendrá, no caben dudas que ayudará a integrar, desarrollar y dinamizar la economía de la región. Comenzó la cuenta regresiva para la inauguración del puente, prevista para mediados de mayo, y ese día marcará seguramente un punto de inflexión para el futuro de Rosario y la región. Hoy quizá sea difícil verlo así, pero esta obra se convertirá en la marca distintiva de la ciudad. [email protected]
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