Luis Castro / La Capital
Olé, olé, olé, olá, sólo te pido que le ganes a Central". El hit de los hinchas rojinegros estuvo presente durante toda la tarde en la nueva edición del banderazo. La tarde soleada y sin temperatura alta invitaba a pegarse una vuelta por el Coloso para otorgarle a los jugadores la bomba anímica necesaria en las horas previas al clásico, sin dudas el encuentro que muchas veces llega a marcar el antes y el después de uno de los dos equipos. Por eso alrededor de 2.500 simpatizantes dieron nuevamente el sí a la convocatoria para apoyar incondicionalmente a los muchachos que intentarán amargarle el día al entonado canalla y tomarse revancha del último choque en el Parque. Varios minutos antes de la hora pautada comenzaban a llegar lentamente los leprosos enfundados en gorros, camisetas y con bandera en mano, para ponerle color a la tarde. Y mientras se ubicaban en la popular sur, los cánticos aparecían de manera constante como si se tratara de calentar la garganta y realizar un ensayo para la gran actuación de mañana en el Gigante. Pasadas las 17 y con el ingreso del plantel de Newell's al campo de juego se produjo el momento más emotivo del banderazo, cuando la fiesta organizada tomó color rojo y negro gracias a los humos de colores que se expandieron por toda la cancha. Y a la vez, las bombas de estruendo se hacían sentir con fuerza como notificando de la reunión, que sirvió una vez más para demostrar el apoyo incondicional de los hinchas hacia sus futbolistas. El plantel realizaba fútbol-tenis, pero eso sólo fue una excusa, ya que la idea del cuerpo técnico era que todos estuvieran presentes acompañando a sus seguidores. Si bien habían entrenado por la mañana, en el horario vespertino acudieron al estadio sólo para realizar un acto de presencia. Mientras desde la tribuna la ansiedad era cada vez más intensa y los gritos con sabor a súplica de conseguir un triunfo se repetían una y otra vez, Héctor Rodolfo Veira y sus colaboradores permanecían casi inmóviles observando el griterío de los fanáticos. Claro, más allá de su enorme trayectoria y experiencia, este tipo de reuniones no es muy común que se lleven a cabo por otros lares. Cuando el reloj ya había traspasado las 18 los jugadores se retiraron del lugar y escucharon la última ovación de la tarde de su gente. Y recibían una vez más el mismo pedido de victoria de siempre, el que ansían para quedarse con todos los festejos y ser el "capo de la ciudad", como ellos sostienen. Cuarenta y ocho horas antes del duelo la lepra hizo su ensayo festivo y le dio el envión anímico a sus muchachos. Y una vez más dejaron asentado que en Rosario el fútbol es pura pasión.
| Los rojinegros transformaron la práctica en una fiesta. | | Ampliar Foto | | |
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