Las tardes de otoño encuentran a miles de pibes jugando en la plaza. Sin embargo, muchas veces, el deterioro de estos espacios convierte la búsqueda de diversión en un problema. Areneros sucios, hamacas rotas y subibajas sin manijas son sólo los inconvenientes más frecuentes con los que pueden tropezar quienes concurren con sus hijos pequeños a las plazas rosarinas. Y no es un tema menor ya que el mal estado de los juegos infantiles puede suponer situaciones que ponen en peligro la seguridad de los más chicos. La Capital recorrió ayer 40 plazas y parques de la ciudad, donde la falta de mantenimiento se mostró como una postal frecuente, principalmente en los más alejados del centro.
"Si los juegos están sucios o mal conservados son un riesgo potencial para cualquier chico, tanto en materia de accidentes como de enfermedades", advierten desde la subcomisión de prevención de accidentes de la Sociedad Argentina de Pediatría. Y al enumerar los peligros más frecuentes, se apuntan las caídas, lesiones y cortaduras, o el contagio de parasitosis cuando los perros pueden acceder a los espacios donde juegan los niños, como son los areneros. Por esto advierten que los juegos deben estar cercados, limpios, cuidadosamente mantenidos y contar con elementos de seguridad adecuados.
Sin embargo, el estado de las plazas de Rosario dista mucho de las aspiraciones de los profesionales. Y el deterioro se hace más evidente conforme uno se aleje del centro de la ciudad. Basta comparar la plaza Santa Rosa (Corrientes y San Juan) o la Pringles (Presidente Roca y Córdoba) con las que se encuentran en los terrenos del futuro parque Irigoyen (Alem al 2800), la plaza de Ayacucho al 3000 o la de Rueda y 1º de Mayo.
Mientras en las primeras el arenero está aislado y luce limpio, los juegos están intactos y hay cestos y bancos, las plazas de la zona sur parecen olvidadas. En los solares de Alem al 2800 el pasto llega a los tobillos, los juegos están despintados y oxidados, hay hamacas rotas y subibajas totalmente flojos y sin manijas. En la de Ayacucho al 3000 de las hamacas sólo quedan los esqueletos. A los trepadores les faltan escalones y los trapecios están oxidados. En Rueda y 1º de Mayo, los juegos fueron pintados recientemente, pero esto no indica que estén en condiciones de ser utilizados ya que de las hamacas y los caballitos están totalmente rotos.
Pero la falta de mantenimiento de estos espacios no es patrimonio exclusivo de la zona sur. Las plazas de Fisherton también dejan bastante que desear. Los juegos de la plazoleta de Chazarreta al 7600 están despintados y oxidados, el arenero es escuálido y no tiene un cerco. La plaza Vicente López y Planes (Wilde 400 bis) no luce mucho mejor. Si bien en este espacio los juegos han sido pintados, hay hamacas con cadenas rotas y subibajas sin manijas.
Y en aquellos sitios donde se instalaron caballitos construidos con tambores de combustible vacíos, los tachos fueron robados y sólo sobrevivieron las estructuras que los sostenían. Eso pasa en la plaza Libertad (Sarmiento e Ituzaingó) y en el parque Mariano Moreno (Córdoba al 3800).
La falta de la reposición de los cestos de aluminio que existían en distintas plazas es otro problema común, por lo que en muchos casos no quedan lugares donde depositar los residuos. La plaza Güemes (San Martín y Rueda) es uno de los pocos lugares donde los cestos están ilesos. En cambio, los juegos no corren igual suerte: el caballito de madera está enclenque y astillado y hasta hay una hamaca que tiene su cadena atada con alambre.
El estado de los areneros también es todo un tema: en muchos lados están sucios y en otros lisa y llanamente han desaparecido por lo cual las lluvias convierten estos sectores en zonas fácilmente inundables que quedan inutilizados durante varios días.
En la plaza Guernica (Mitre y avenida del Huerto) el arenero está aislado, no obstante en su superficie hay papeles de golosinas, restos de envases de refrescos y según afirman sus concurrentes hasta se llegaron a encontrar vidrios. Lo mismo pasa en la plaza Corona Martínez (San Martín y Ayolas), en la Aurelia Delgado de Arias (avenida Libertad al 300) y en el solar de Córdoba al 6700, por sólo citar algunos ejemplos.
En cambio, en la plaza Las Heras (avenida del Rosario y Buenos Aires), en el solar de Ayacucho al 4800 y en las Cuatro Plazas (Mendoza y Provincias Unidas) la arena directamente ha desaparecido y sólo bastan unas gotas para convertir el sector de juegos en un barrial.
Pero si hay un lugar donde la suciedad gana terreno es en el parque José Hernández (Laprida al 4800). Para colmo en este lugar existe una fuente donde flotan todo tipo de desperdicios y, aún así, en verano es frecuente encontrar grupos de chicos que se bañan allí.
También en los parques
Los sectores de juegos infantiles de los parques también parecen tierra de nadie. En el Urquiza, los escalones de plástico que sirven para trepar ostentan algunas barandas rotas y el último tiene un gran agujero justo en el medio. Además, a los puentecitos les faltan tablas.
El parque Independencia tiene lo suyo. En el sector ubicado atrás de la Dirección de Tránsito faltan un subibaja y hay otro sin manijas. En los juegos que se enfrentan al club Gimnasia y Esgrima hay hamacas y bancos rotos, y en el sector cercano a NOB, los juegos están oxidados, faltan cestos y arena. En el Parque Nacional a la Bandera, al lado del Etur, el color de los juegos es prácticamente irreconocible ya que están completamente oxidados.
El parque Alem merece un párrafo aparte. En el sector de juegos infantiles conviven habitualmente niños, perros y adolescentes que juegan al fútbol. Los toboganes están flojos, no tienen manijas y están oxidados, lo mismo que las cadenas de las hamacas. Y si bien la arena es escasa está plagada de desperdicios.
Con todo, miles de pibes usan diariamente plazas y parques, aunque muchas veces estos espacios no están a la altura de sus ganas de divertirse.