Año CXXXVI
 Nº 49.786
Rosario,
miércoles  19 de
marzo de 2003
Min 24º
Máx 31º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com





Editorial
Una demora inexplicable

Las tragedias en la ruta 9 se han convertido, lamentablemente, en una imagen cotidiana. Cientos de accidentes se producen año tras año, con una implacable secuela de dolor y muerte. En las épocas del año en las que se incrementa la actividad y cientos de camiones llegan al puerto de Rosario, los riesgos se multiplican en forma proporcional.
   La ruta 9, hace ya muchos años, ha sido desbordada por el movimiento vehicular que por ella transita. De hecho es la principal vía de comunicación de Rosario con el centro de la provincia de Santa Fe.
   Es por este contexto, precisamente, que resulta difícil comprender las sucesivas demoras en la construcción de la autopista Rosario-Córdoba, una obra de vital importancia para la región y que seguramente optimizará la conexión vial entre las dos ciudades más importantes del interior del país.
   Sin embargo, esta realidad, tan perceptible en toda nuestra región, parece no terminar de comprenderse acabadamente por parte de las autoridades nacionales. Con lentitud, casi con despreocupación, los trámites burocráticos se pierden en los distintos despachos de los funcionarios nacionales. Y el Estado no termina de asumir su rol de contralor para garantizar el efectivo cumplimiento de los plazos.
   En estos momentos, la obra está paralizada. La firma concesionaria, Covicentro, argumenta que sin una rediscusión de los costos no puede seguir adelante con los trabajos. El Organo de Control de Concesiones Viales (Occovi) dice que el tema está en manos de la Secretaría de Obras Públicas de la Nación. Sea correcto o no, está claro que la trascendencia que tiene la autopista no es apreciada desde la Nación. Por eso no es descabellado pensar que, como en muchas otras cosas, el centralismo exasperante de un país que sólo se mira y se refleja en la Capital Federal, impide ver lo que pasa en el interior. No lo ve o no le interesa ver.
   En estos momentos el riesgo es que la obra no se concrete tal como fue concebida. Por eso, una vez más, como tantas otras, sólo el trabajo mancomunado de funcionarios provinciales, dirigentes políticos, entidades intermedias y ciudadanía puede hacer reaccionar al gobierno nacional y obligarlo a que cumpla con sus funciones y compromisos. La autopista es una obra imprescindible. Y la región, seguramente, sabrá encontrar los mecanismos que aseguren su concreción.


Diario La Capital todos los derechos reservados