Santa Fe.- El 95 por ciento de las instalaciones del penal arrasadas y destruidas, y la promesa de las autoridades de no aplicar sanciones disciplinarias a los más de 1.500 internos de la cárcel de Coronda, fue el saldo de un violento motín que se extendió desde la tarde del sábado y hasta el mediodía de ayer en todos los pabellones del más grande penal de la provincia. Fueron 18 horas durante las cuales el presidio estuvo en control de los internos y en las cuales, según las autoridades, "no se disparó un solo tiro". Hoy, después de que los delegados de los presos sean recibidos por los funcionarios penitenciarios, quedará delimitado seguramente un nuevo marco de convivencia y reglas de juego.
Según pudieron comprobar los periodistas de La Capital que accedieron al penal una vez que el lugar retomó la calma, de los estragos producidos durante la revuelta no se salvó ni siquiera una escultura de la Virgen que se erigía en la capilla del penal y que resultó literalmente decapitada. En tanto, los daños afectaron la totalidad del mobiliario de las salas del servicio médico odontológico y la enfermería, las aulas de computación, la escuela, la biblioteca, el almacén del economato, la cocina del penal y las cámaras frigoríficas entre otros sectores.
Como anticipó este diario en su edición de ayer, la rebelión se inició pasadas las 19 del sábado en el pabellón número 12, de máxima seguridad, un día después de la muerte de los reclusos Mario Alberto Carrozzino y Juan Rafael Barraza durante una reyerta entre grupos antagónicos. En ese primer conato de violencia fue tomado como rehén el agente del Servicio Penitenciario (SP) Daniel Marcelo López, quien resultó herido en una pierna con una chuza. Según la información suministrada oficialmente, el motín se extendió luego a los pabellones 10 y 4, "hasta que finalmente abarcó todo el penal en el que hay recluidos algo más de 1.500 presos".
Mientras se extendió el motín, murió el interno Miguel Ariza, quien según fuentes oficiales "sufrió una descompensación cardíaca complicada por un edema pulmonar". Ariza se encontraba alojado en el pabellón de autodisciplina de extramuros y, "su muerte no tuvo relación con el motín", aseguraron los voceros. No obstante, el juez de Instrucción Julio César Costa dispuso que se haga la correspondiente autopsia para determinar las precisas causas del deceso.
"Fue un motín atípico y sorpresivo, caracterizado porque no hubo un reclamo previo y con un daño importante en todo el penal", resumió el mediodía de ayer el ministro de Gobierno, Carlos Carranza, cuando ya había retornado la calma a la penitenciaría luego de una noche de furia.
El ministro destacó que "afortunadamente no hubo que lamentar víctimas y si bien hubo daños materiales, todo se puede reconstruir. Claro que esto nos va a retrasar muchísimo el programa que hemos encarado para recuperar 400 plazas en los penales de Coronda y Las Flores", aseguró el funcionario.
Sin embargo, sobre los motivos del alzamiento, Carmen Maidagán, representante de la Coordinadora de Trabajos Carcelarios (CTC) dijo que los presos amotinados "se pasan 23 horas al día encerrados en sus celdas, no tienen acceso a la escuela, al culto, a nada. No tienen ni un patio, las visitas son en días contrarios al resto del presidio y reciben sanciones disciplinarias colectivas que están prohibidas".
Febriles negociaciones
Las conversaciones para destrabar el conflicto se iniciaron cerca de las 5 de la mañana de ayer y de las mismas participaron el ministro Carranza; el director de la cárcel, subprefecto Eduardo Leclerc; el representante de la CTC, Federico Garat; y los internos de apellido Priotti, Buffet y Sambucetti. Recién a las 11 de la mañana, tras firmar un acta acuerdo, los reclusos depusieron su actitud y las autoridades retomaron el control del penal "sin necesidad de hacer uso de la fuerza", según se consignó oficialmente.
Según dijo Maidagán, en el acta firmada entre las partes, "el Servicio Penitenciario se comprometió a no tomar medidas de sanción ni represión contra los internos y a que mañana (por hoy) los delegados de los pabellones sean atendidos por Leclerc para tratar la situación de los pabellones, especialmente el 10 y el 12".
Mientras ello ocurría, los familiares de los presos que habían arribado a Coronda para visitar a los internos como todos los domingos, se arremolinaron angustiados en los alrededores de la cárcel bajo la estricta custodia de la policía.
De acuerdo al primer inventario trazado por las autoridades, las pérdidas materiales alcanzaron al "95% del mobiliario" del penal. La destrucción también fue total en las salas del servicio médico y odontológico, en la enfermería y el taller de prótesis dental, en el economato, las cámaras frigoríficas, la cocina y la capilla, donde los presos le arrancaron de cuajo la cabeza a una estatua de la Virgen.
También la central de radio FM de los internos fue destrozada, como la sala de computación, la escuela primaria y la biblioteca, donde los casi 2 mil volúmenes fueron incinerados.
Mientras las puertas de acceso, ventanas, mesadas, escritorios, sillas y mampostería de los distintos pabellones fueron arrasados por la turba, no se salvaron de la destrucción la jefatura de vigilancia, la cantina de los internos, el depósito de elementos y la totalidad de los víveres secos y frescos, estimados entre 1.300 y 2.000 kilogramos de alimentos.