La casa donde la mañana del pasado lunes fue golpeado un oficial de Justicia, que había llegado hasta allí en compañía de una abogada para trabar un embargo en el marco de un juicio laboral, es propiedad de un ex comisario santafesino sindicado como torturador en las causas que investigaron la actuación de la policía durante la última dictadura militar que asoló al país entre 1976 y 1983. Se trata de César Heriberto Peralta, alias Pirincha, cuya madre figura como propietaria de al menos un taxi sobre el cual oportunamente se constató por parte de inspectores laborales el trabajo en negro de un chofer, lo que derivó en el juicio de marras.
"¿Por qué vienen a molestar a una pobre jubilada en su casa?", habría increpado el ex policía al oficial de Justicia Manuel Ferreyra y a la abogada de la Secretaría de Estado de Trabajo que arribaron a la casa de dos plantas de pasaje Franco 2081 (Vélez Sarsfield a la misma altura) que sobresale en una barriada por demás de humilde. El interrogante formulado por Peralta a los funcionarios públicos fue hecho, según se desprende de la denuncia del episodio, desde una ventana de la planta superior de la vivienda y hacia el patio de la casa al cual habían sido invitados a pasar los profesionales por la misma madre del ex agente, Digna Azucena Díaz.
En contraposición a la pregunta de Peralta, desde que el caso se conoció no fueron pocas las voces que sostuvieron que el o los taxis que legalmente están a nombre de Digna Díaz son en realidad propiedad del ex comisario exonerado en diciembre de 1997, cuando el entonces gobernador Jorge Obeid dispuso una purga de represores en la policía provincial.
A partir de ese hecho fueron dos las versiones que se denunciaron casi en forma simultánea en la fiscalía en turno de los Tribunales. El oficial de Justicia dijo que, una vez en el interior de la casa a la que fueron invitados a ingresar, un hijo de Díaz (identificado en Tribunales como Carlos Peralta) discutió con él mientras la abogada le explicaba los alcances de la medida al ex policía asomado a la ventana interna de la vivienda. Asimismo, denunció que en el momento en que se retiraba del lugar sin poder dar cumplimiento a la medida por "entorpecimiento de justicia", fue atacado desde atrás por este muchacho quien le asestó un fuerte golpe de puño en la cabeza.
Sin embargo, Díaz y sus hijos presentaron una denuncia patrocinados por el abogado Juan Manuel Losada. En ella sostienen que tanto el oficial como la abogada no presentaron credenciales que los acreditaran como tal haciendo "abuso de autoridad"; que no fueron invitados a ingresar a la casa sino que "violaron domicilio"; que tras entregarle a la mujer una copia del mandamiento judicial para leerlo, Díaz pretendió ingresar a su vivienda en busca de los lentes y que el funcionario le arrebató el papel de las manos empujándola al piso y causándole escoriaciones y traumatismos. Y que ante ello, el hijo de Díaz reaccionó y lo golpeó.
Así las cosas, la denuncia del oficial de Justicia se instrumenta en el juzgado Correccional número 3, donde el pasado jueves prestaron declaración testimonial todos los involucrados. Mientras que la causa iniciada por los Peralta sigue su trámite en el juzgado de Instrucción 5, donde se esperan medidas para la semana que se inicia.
Testimonios
El ex policía César Peralta fue vinculado por numerosos y detallados testimonios con la represión ilegal durante la dictadura militar. Según ex detenidos, actuó en el Servicio de Informaciones de la Unidad Regional II entre 1976 y 1979, cuando ya se lo conocía por el apodo de Pirincha.
Un informe sobre represores de la delegación Rosario de la Conadep calificó a Peralta como "muy peligroso". Entre los testigos que lo denunciaron, Ana María Ferrari, dijo que fue amenazada de muerte por Peralta, "diciéndome la Pirincha que él había militado en la Juventud Peronista y que eso le había servido para saber que debía matarlos a todos". A su vez, Azucena Solana indicó que "según comentarios que escuché allí, que ellos (los represores) comentaban, (Peralta) había sido de la banda del Topo Gigio", un delincuente muerto a mediados de los años 70.
Juan Alberto Fernández relató así su calvario: "A los tirones, me sacan la ropa entre el Ciego (José Lo Fiego) y la Pirincha. Me atan en una camilla los tobillos y las manos al costado. Me picanearon los genitales y debajo de los brazos (...) Después me pasaron a una piecita contigua y me empezaron a golpear con cachiporras en la cabeza (...) y cuando caí al suelo, me dieron patadas mientras me decían «vas a cantar, hijo de puta». En un momento, Lo Fiego sale y quedo solo con la Pirincha , que me sigue golpeando".
El ex oficial dejó incluso un lúgubre recuerdo en sus propios compañeros. El policía Carlos Pedro Dawydowicz aseguró: "Entre la Pirincha y el Monito (Raúl Sandoz) corrían carrera para ver quién mataba más gente en la calle".
En el llamado Informe Borgonovo, Peralta fue señalado entre los principales miembros de la patota de represores, constando como acusado de 23 casos de torturas. El accionar de la patota fue descripto por numerosos testigos. Entre ellos, María de las Mercedes Sanfilippo, dijo: "acordaban en voz muy alta, a los gritos, sin importarles que escucháramos, los operativos a realizar o discutían los ya realizados, mofándose de las personas que habían matado y de lo que habían robado (...) Cuando se dirigían a torturar se manifestaban sobreexcitados, (diciendo) «hay trabajo» (...) y dialogaban acerca de repartirse lo que habían robado".