Año CXXXVI
 Nº 49.783
Rosario,
domingo  16 de
marzo de 2003
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Hacia la guerra. La política exterior estadounidense, en su peor momento
¿Apoyaría Franklin a los partidarios de invadir Irak?

David Morgan

Filadelfia. - Cuando el temor de un ataque devastador de corsarios franceses y españoles se propagó por Filadelfia en 1747, Benjamín Franklin se apartó de la pacífica dirigencia cuáquera de la ciudad y organizó un ejército privado de 10.000 defensores. Si Franklin estuviese vivo hoy en día, ¿estaría entre el coro partidario de una guerra de EEUU con Irak?
Probablemente no, dice el historiador de la universidad de Yale, Edmund Morgan. El historiador es una de las principales autoridades sobre el estadista, inventor, pintor del siglo XVIII y uno de los pilares de la independencia de las 13 colonias con su diplomacia y el peso de su reputación internacional de genio del Siglo de las Luces. Morgan cree que los puntos de vista extremadamente razonables de Franklin sobre los asuntos mundiales pudieran ser útiles a los estrategas políticos estadounidenses del siglo XXI, en un momento en que las perspectivas de una guerra con Bagdad están tensando las relaciones con Francia y Alemania.
El filósofo -que creía que la gente era capaz de alcanzar la perfección moral- percibía la guerra como un peligro del que hay que protegerse como el fuego o los rayos. "Es un ciudadano del mundo, quizás el primero de los tiempos modernos", dijo Morgan, de 87 años, profesor emérito de historia en Yale y presidente de la junta administrativa del archivo de escritos de Franklin de la universidad.

"Mejores vías"
"El no se oponía a la guerra, pero pensaba que era una vía muy costosa para conseguir lo que generalmente los conflictos tratan de conseguir, ya fuera en términos de territorio o tecnología", dijo el profesor, autor de la biografía Franklin, publicada el año pasado. "Hay muchas formas mejores de hacer las cosas". Por ejemplo, cuando comenzó la guerra entre Gran Bretaña y las colonias norteamericanas en la década de 1770, Franklin propuso que EEUU comprara las posesiones inglesas en Norteamérica, incluso Canadá, Bermuda y las Bahamas, para poner fin a las hostilidades. "Si vamos a obtenerlas por conquista, después de una extensa guerra probablemente nos habrán costado más", escribió en 1776. La propuesta no llegó a ninguna parte y Franklin se unió a los esfuerzos de la revolución. La poca experiencia militar directa que tenía estaba limitada a las milicias defensivas que organizó en tiempos de emergencia.
Actualmente, la imagen popular de Franklin es un gentil caballero anciano que publicó su propia guía sobre el buen vivir en el Poor Richard's Almanac y probó que los rayos eran una forma de electricidad elevando su proverbial papalote en una tormenta. Sin embargo, Franklin también fue un diplomático muy hábil que -como primer embajador de EEUU a Francia- creía en que un buen gobierno florece principalmente de la buena opinión que disfrute entre sus ciudadanos y aliados.
De hecho, Morgan plantea que EEUU no se habría ganado el apoyo de Francia para la revolución si los franceses no hubieran tenido en gran estima al propio Franklin, y sin Francia no hubiese habido independencia. "Ahora estamos en un camino que nos podría hacer perder la buena opinión de nuestros aliados y las consecuencias son algo que ni siquiera podemos imaginar", dijo Morgan, quien se opone a la política de Bush hacia Irak. "Franklin pensaba que no hay una guerra buena ni una mala paz. Si uno piensa cómo esto se refleja en el día de hoy es bastante obvio". (Reuters)



(Ilustración: Ippóliti)
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