Sierra de la Ventana se erige como una esplendorosa síntesis de la naturaleza, cortando la monotonía de la llanura bonaerense en el valle interserrano del sistema de Ventania. Esta sierra del sudoeste de la provincia de Buenos Aires es uno de los macizos más antiguos del mundo, que se extiende a través de doscientos kilómetros de largo por setenta de ancho, con cordones caprichosamente desgastados por los millones de años transcurridos desde su formación.
Sus rocas y fósiles denotan un origen que coincide con el Plegamiento del Cabo, en Sudáfrica, a siete mil kilómetros de distancia, rareza que los científicos explican diciendo que en los comienzos de la vida la tierra confluía en Gondwana, el supercontinente compacto que todo lo abarcaba.
Mientras que la localidad de Sierra de la Ventana, en el partido de Tornquist, fue fundada en 1908 como Villa Tívoli Argentino, en tierras que pertenecían a don Dietrich Daniel Meyer, a la vera del arroyo San Bernardo y el río Sauce Grande, y flanqueada por las sierras de Pillahuincó.
Su crecimiento fue evidente a comienzos del siglo pasado, con la llegada del ferrocarril, y en 1912 el lugar comenzó a ser conocido simplemente como Sierra de la Ventana. Actualmente la ciudad tiene unos 1.600 habitantes, anfitriones de los miles de turistas que llegan buscando sosiego y aire puro.
Entre los atractivos turísticos se destaca el Parque Provincial Ernesto Tornquist, un espacio de 6.400 hectáreas creado en 1937, que tiene una sala de interpretación ecológica, con muestras de fauna y flora, y una reserva de pastizales serranos, además de cactus, helechos y líquenes, y también musgos, claveles del aire y orquídeas. Y aleros rocosos como el Corpus Cristi, con pinturas rupestres monocromáticas y de trazos rectos, mensajes que se cree fueron dejados allí por grupos nómades pretehuelches del siglo VII, que eran quienes dominaban esa comarca en tiempos remotos.
Allí la excursión ineludible es ascender al cerro de la Ventana -declarado monumento natural en 1959-, que se realiza sin problemas a través de un sendero autoguiado de diez estaciones. El macizo tiene 1.134 metros de altura y en una de sus cimas muestra una curiosa conformación en forma de hueco, de cinco metros de ancho por ocho de alto y diez de profundidad.
Este imponente mirador de piedra fue en un principio la entrada de una cueva que se desmoronó con los plegamientos. De esa caverna sólo quedó la enigmática estructura rocosa de la entrada. Y por allí es frecuente avistar ciervos, antílopes y cabras salvajes.
También es interesante visitar la Garganta del Diablo, una formación de paredones cortados a pico en el faldeo oeste del cerro de la Ventana, donde se forma una caída de agua de quince metros de altura. Un lugar de gran belleza panorámica que es un verdadero pozo rodeado de montañas. Ese lugar había fascinado tanto al realizador cinematográfico Leopoldo Torre Nilson, que decidió filmar allí varias escenas de su película Martín Fierro.
Al fondo corre un arroyo alimentado por las vertientes que caen en forma de suave llovizna, un buen contraste con las piedras de variadas formas y colores. Y cerca de allí está la gran cueva tapizada de helechos, lugar preferido, en los primeros años del siglo XX, de los huéspedes del Club Hotel.
Cabalgatas y rappel
En este sosegado paisaje las actividades del turismo de aventura que se practican van desde las simples cabalgatas, con guías que enseñan a reconocer plantas endémicas y medicinales, y a buscar los pequeños sapitos de las sierras, anfibios que sólo habitan en ese lugar, hasta emocionantes escaladas en rappel por las afiladas paredes de los cerros.
El aladeltismo encuentra en Sierra de la Ventana magníficas plataformas de lanzamiento y vientos que ayudan a los deportistas a elevarse sobre los cordones montañosos. También los ríos son una tentación para animarse a practicar rafting.
La historia cuenta que estas tierras bonaerenses fueron también el trágico escenario de las luchas que signaron la Campaña del Desierto, cuyo objetivo, lamentablemente cumplido, fue el exterminio de los pueblos nativos. Testimonios de ese oscuro pasado se conservan en el Fortín Pavón, levantado en 1833 muy cerca de Tornquist.
Pero en los últimos años el desarrollo y el auge de un deporte, el golf, convirtió a estas serranías en lugar preferido de los fanáticos. En el Barrio Parque Golf hay un campo de 18 hoyos, con un par de 72, que es de los más pintorescos del país. Quienes lo conocen saben del desafío que significa el cruce de arroyos en varios de los hoyos, además de tener que sortear montes y lomas. Allí se realizan varios torneos de nivel nacional, entre ellos el que se disputa en Semana Santa, que convoca a muchísimos turistas.
Para muchos visitantes llegar a Sierra de la Ventana es encontrarse con rocas de entre 280 y 500 millones de años, un lugar que al comienzo de la vida estuvo cubierto por agua marina. A esa bella comarca los pueblos primitivos la habían bautizado "cashuati", que en su lengua significaba "roca grande, lugar alto".