Daniel Lorenzo
El refugio Otto Meiling, a 2.000 metros del monte Tronador, en Bariloche, es el albergue comercial de montaña más alto de la Patagonia, enclavado entre los portentosos glaciares Castaño Overo y Alerce. Un lugar hospitalario donde se inician varias excursiones por los deslumbrantes escenarios naturales que lo rodean. No es, como podría pensarse, un sitio al que sólo llegan los deportistas avezados, simplemente porque se accede a través de una tranquila caminata de entre 4 y 5 horas, con apenas 40 minutos de terreno algo más exigente. Lo que se dice una alternativa de turismo de aventura para todos. Y para los que no se animan al trekking, la alternativa es llegar hasta Pampa Linda, que está a 80 kilómetros de Bariloche, y una vez en la base del Tronador cabalgar hasta el refugio. Allí comienza una senda de 18 kilómetros que en casi toda su extensión atraviesa por un acogedor bosque de cipreses, coihues y lengas, además de ñires, cañas y vegetación cordillerana. Esta senda combina tramos más empinados, como el "caracol", que exige un poco más al jinete, mientras que la mayoría son pendientes suaves. La última hora de marcha se hace a la par del valle del glaciar Castaño Overo, desde un alto filo. Este refugio de alta montaña - bautizado así en homenaje al principal precursor del andinismo argentino- pertenece al Club Andino Bariloche. Construido en hormigón y madera, tiene una amplia cocina-comedor, buenos baños y dos amplios dormitorios comunes que pueden albergar hasta 60 personas. Los ventanales que miran hacia el oeste permiten ver el pico del Tronador, de 3.150 metros de altura, y los del norte, el valle y el glaciar Alerce, y entre otras estribaciones el volcán Lanin. En cambio, hacia el sur emerge el glaciar Castaño Overo y otras cimas cordilleranas. Y en la soledad de esas alturas es frecuente ver a los cóndores -jóvenes y adultos- señores indiscutidos de las montañas andinas, sobrevolando lentamente el refugio. Las travesías y escaladas por los alrededores del Meiling están a cargo de profesionales de la Asociación Argentina de Guías de Montaña, quienes instruyen a los principiantes en esas técnicas deportivas, y asesoran a los expertos que van hacia las cumbres. La salida preferida de los turistas es la caminata sobre el glaciar Castaño Overo, aledaño al refugio, y el cruce desde allí hasta el filo del Camping. Esta es una excursión que depende de las condiciones climáticas, y también del tiempo que disponen los turistas. Es preciso usar un equipo especial para caminar en hielo y contar siempre con la orientación de los guías. Mientras los más grandes disfrutan del paisaje que los rodea, los expertos les enseñan a los jóvenes las primeras técnicas para escalar sobre hielo. Otra excursión muy interesante es la caminata al filo de la Motte, de 2.400 metros de altura, que se realiza por una suave pendiente nevada que divide las cuencas de los glaciares. Esta travesía demanda unas dos horas de marcha desde el refugio. Y otra opción es llegar hasta el filo de la Vieja, a los 2.650 metros. Para los ya iniciados, que buscan travesías más exigentes, lo ideal es ir hasta el refugio viejo del Tronador, y escalar el pico Argentino, en tanto que los montañistas más avezados hacen lo propio con el Internacional y el Chileno. Y nunca faltan los fanáticos del esquí que disfrutan practicando este deporte en pleno verano. Son los que emprenden estas travesías llevando sus tablas y regresan al refugio deslizándose por nieve virgen. El refugio en sí mismo propone desayunos y comidas con el toque especial de la gastronomía de montaña, bien energizante y muy sabrosa. Guisos, goulash, tallarines con tuco y pesto, y una fondue de queso se convierten en platos memorables. Y más aún acompañados de pan casero, hecho en cocinas a leña, y los mejores vinos argentinos.
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