Eran aproximadamente las 22.30 del jueves 6 de marzo último, cuando Carlos Menem y su esposa retornaron al hotel Presidente de Buenos Aires en compañía de un santafesino. Cecilia Bolocco se retiró enseguida a la suite que el matrimonio ocupa en el piso 25 del hotel y el ex presidente -ensalada, jamón crudo y agua mineral, de por medio- comentaría con el santafesino el éxito del acto de campaña en Quilmes del que acababan de regresar.
Ambos hombres se conocen desde que el ex presidente estuviera preso durante la última dictadura en Las Lomitas, Formosa, adonde el santafesino, según suele contar, lo fuera a visitar dos veces.
La realidad política de la provincia es recurrente en la conversación de ambos. Lo sería al cabo de los tres siguientes días que compartieron juntos en La Rioja. "El Lole tiene que ser el presidente de la Nación en el 2007" le repetiría Menem, una vez más, el domingo pasado antes de despedirlo, cuando emprendió la vuelta a su hogar en Santa Fe.
No se trata de la primera vez que el riojano expresa ese deseo. Pero esta vez coincidía casi en simultáneo con la primera admisión que hiciera el gobernador de que "tal vez" en el 2007 se pudiese postular a la presidencia.
La hipótesis de que el gobernador santafesino apenas a pospuesto sus planes por cuatro años se torna del todo verosímil a partir de sus confesiones públicas más reveladoras de los últimos días. Consecuente con ello acaba de aceptar que el Senado nacional podría ser el reducto propicio para mitigar la espera.
El escollo
Antes, en cambio, el peronismo santafesino y el propio Reutemann deberán sortear una prueba que hoy, en cualquiera de las dos variantes que podría asumir, se convierte en un escollo de alta peligrosidad para los planes oficialistas. Tanto que, se diría, es la principal preocupación que hace fluir la adrenalina en los despachos de la Casa Gris.
Conviene preguntarse antes si otro firme propósito de Reutemann no se está diluyendo: la razón que justificaba la prescindencia asumida por el gobernador respecto de los candidatos que medirán fuerzas el 27 de abril. Asumir los riesgos de tan mentada neutralidad importaba una audaz jugada en base al convencimiento de que el próximo presidente de los argentinos surgiría recién de una segunda vuelta electoral. Una nueva cita con las urnas resultaría inexorable el 18 de mayo y con ella los dos postulantes que alcanzaran esa instancia deberían arreglárselas para aggiornar una masa de votos que en la primera vuelta se habría dispersado, tal vez, de forma inédita.
En el reutemismo todavía siguen pensando que esa será la secuencia del recambio presidencial. Empero no hay explicación al hecho de que pareciera haberse flexibilizado la intención de mantenerse no ya equidistante sino premeditadamente alejados de Menem, Néstor Kirchner y Adolfo Rodríguez Saá.
Fue el carácter transitivo de una negativa del gobernador la que ratificó que su apuesta, como anticipadamente se enteraran los lectores de este diario, era convertirse en la figura que aglutinara en el ballottage y desde un muy expuesto proselitismo, los votos peronistas que se dispersarían en la primera vuelta. El rencor visceral que hace latir la relación entre Menem y Duhalde requeriría de un mediador "neutral" que hiciera comprender a los contendientes peronistas derrotados en abril la necesidad de respaldar en mayo al triunfante para garantizar que la victoria sea partidaria. Ese campeonato de la sensatez y el sentido común era el que se reservaba para sí Reutemann. Y es factible que todavía confíe con desempeñar ese rol estelar.
"Yo creo que Menem gana en la primera vuelta. Pero si no, es seguro que será el candidato del PJ en la segunda vuelta" le dijo a La Capital el santafesino que habla casi a diario con el ex presidente. De hecho, el riojano acaba de recibir un premio de caza mayor y lo llamó por lo que la charla con el periodista del diario se interrumpe momentáneamente. "El ballottage será entre Menem y un no peronista. Los votos que son peronistas, los radicales y de otros partidos se van a juntar en la segunda vuelta detrás del candidato opositor", retoma con lógica impecable el hilo del diálogo que fuera interrumpido por el llamado de Menem desde Santiago del Estero.
Tan estrecha es la relación o se empeña en así exhibirla que confesaría luego la idea de un viaje con Menem a Estados Unidos. El, asegura, conoce a George y Jeff Bush desde que a principios de 1962 fuera trasladado de su empleo en el hotel Hilton de Dallas al hotel Sheraton de Houston y viviera en un barrio en el que jugaba al "soccer" con los hermanos Bush con quienes iba a comer al Red Lion (al parecer un conocido restaurante de la época).
El candidato impronunciable
Su convencimiento del retorno de Menem a la Casa Rosada surge de tres vertientes concomitantes. "Lo palpo en la gente. Hay lugares en donde no saben ni pronunciar el apellido de Kirchner o simplemente los desconocen y en cambio reconocen de inmediato a Scioli a quien relacionan con Menem. Además sé que la gente de Rodríguez Saá está trabajando con Menem negociando apoyarlo en la segunda vuelta. Y hasta hay conversaciones con muchos dirigentes bonaerenses que no terminan de sentirse cómodos con Kirchner que están asegurando que en la segunda vuelta votarán a Menem". "El Lole en el fondo no está en contra del Turco", remata adoptando un tono cuasiconfidencial.
La cuestión generacional de la que el propio Reutemann hablara alguna vez respecto de Menem no es un dato menor. Si Menem obtuviera un nuevo mandato, al cabo del mismo se iría con una edad algo más que avanzada y una salud que, de ser cierto lo que por estos días se rumorea, podría tener en vilo a sus allegados hasta ese día.
Cuestiones de piel
Tales especulaciones convertirían aunque en un plano tremendamente etéreo una justificación pragmática por la que Reutemann de modo tácito o expreso se inclinaría a preferir -aunque jamás haya dicho semejante cosa- que si un peronista gana las elecciones, ese sea Carlos Menem. Más prosaicas y no menos interesadas suelen ser las razones que usan los menemistas para traducir la declarada neutralidad reutemista en una manifestación de indiferencia hacia Duhalde, de quien lo distanció siempre, arguyen con malicia, una cuestión de piel que ahora se hace extensiva al delfín presidencial.
Matriculados en el arte de la manipulación desde los entornos del ex presidente usan las evidentes rispideces que por momentos tensan las relaciones entre Buenos Aires y Santa Fe. Ya se trate del reclamo de fondos del Lole o desde el duhaldismo, cuyos emisarios, se dice, exigen la comparecencia de la plana mayor del gobernador en afiches de campaña y el acto de cierre que planifican realizar en Santa Fe.
Paradójicamente no son los menemistas quienes transmiten la sensación de parcialidad encubierta del reutemismo -lo que obviamente no alcanza a algunos conspicuos exponentes como el vicepresidente partidario Julio Gutiérrez harto identificado, al igual que el ex gobernador Jorge Obeid, con Kirchner- sino los propios duhaldistas. Un delicado cuadro de situación que no obstante ha servido a la Casa Gris para ocultar al menos uno de sus principales desvelos.
El otro escollo -como todo secreto compartido por muchos- está en la boca de la mayoría de sus dirigentes: el temor reverencial que les provoca el crecimiento de Hermes Binner como candidato a gobernador.
A cinco meses y medio de las elecciones provinciales y cuando el PJ recién se apresta a lanzar su ejército de postulantes, es de una ingenuidad supina concluir que las encuestas que otorgan un posicionamiento expectable al intendente rosarino para sucederlo al Lole configuren la verdadera razón del azoramiento oficial. O que justifiquen que se hayan desempolvado viejos proyectos como el de llevar al plano electoral -aunque aún no se sepa cómo- el supérstite acuerdo que rige la vida política provincial cuyos firmante son Reutemann y el radical Horacio Usandizaga, a la sazón un adversario de raigambre para Binner, que si diera batalla por la Intendencia rosarina sería una enorme complicación para el socialista y una inestimable ayuda para los peronistas.
¿Desde dónde y cómo ha logrado Binner semejante reacción? Desde el dato más disimulado de la Casa Gris: la suerte misma de la Ley de Lemas cuya inconstitucionalidad han planteado por separado ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación socialistas, demócrata progresistas y radicales en sendos recursos. Pero es la presentación del PDP la que ha logrado que la Corte aceptara no sólo abocarse sino que impusiera un trámite sumarísimo para resolverlo en base al cual ya se corrió traslado a la provincia para que efectúe su descargo.
Pronóstico optimista
"Una cosa es segura: antes de septiembre, mucho antes, va a estar el fallo" se entusiasman los socialistas que en caso de una resolución que dicte la inconstitucionalidad de la ley de Lemas favorecería, piensan, a que Binner se convierta en el catalizador del voto opositor frente a una casi segura diáspora del peronismo que vería mellado su as de espada, Carlos Reutemann, por la imposibilidad de acceder a una reelección que pesa sobre sí y por una ferocidad internista que fagocitaría sus chances.
Es en este punto donde para algunos el pragmatismo reutemista encontraría una razón de peso para alentar íntimamente a un candidato presidencial del peronismo en desmedro de otros: el futuro inmenso que sueñan para su jefe y que éste no desalienta para el 2007 tendría menos consistencia que la espuma del mar si el PJ perdiese las elecciones provinciales. ¿Hasta dónde la suerte de la Ley de Lemas de la provincia de Santa Fe está atada al arbitrio de los integrantes de la Corte Suprema y dentro de ésta a la mayoría automática que todavía respondería a Menem? En la respuesta a este interrogante se encuentra una de las más poderosas razones por las que en esta provincia la mayoría peronista que lidera el gobernador se inclina, cada vez con menos disimulos, a transparentar su convencimiento de que el ex presidente estará en la segunda vuelta.
Aunque el peronista santafesino con el que Menem "conversa a diario", como lo confirmó en San Justo, sube al palco de sus actos, come en el hotel Presidente o lleva consigo a La Rioja, negó que el Lole y el ex presidente hablen y se queja de que en la Casa Gris "nadie" le dirige la palabra, está convencido que después de mayo el gobernador y el riojano serán quienes decidan los candidatos a gobernador del PJ en la provincia. Y aunque dice que su nombre podría haber sido uno de ellos de haber querido asegura que no será postulante a nada. Una actitud inversa habría sido una noticia rutilante: se llama Enrique Reutemann y se ataja diciendo que desde hace dos meses su hermano, el gobernador, no lo habla "por los inconvenientes que le generó con el gobierno nacional desde que me definí por Menem".
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