Al menos 20 chicos ingresan detenidos por día a las comisarías de Rosario luego de cometer algún delito. Se trata de jóvenes que en su mayoría tienen entre 11 y 17 años, y la mayor parte de sus cortas vidas la pasan vagando por las calles y aspirando pegamento. Es que la adicción a las drogas es considerada como una de las principales causas que inciden en la delincuencia juvenil, a tal punto, que en el 2002 la División Drogas Peligrosas de la Unidad Regional II abrió 168 causas en las que menores de 18 años fueron detenidos por tenencia de estupefacientes. Así lo reveló a La Capital el jefe de la Policía de Menores, Juan Carlos Ruiz, quien también explicó que "gran parte de las bandas de delincuentes que actúan en la ciudad están lideradas por menores, que se autoinculpan algunos delitos porque les corresponden penas más cortas y débiles que a sus compinches mayores".
En lo que va del año ya se detuvo a 73 menores por robo calificado (el que se comete utilizando un revólver o un cuchillo) y hay 5 chicos detenidos por homicidio.
Según explicó Ruiz, "la mayoría de estos chicos siempre sale a robar con un mayor, que generalmente es el padre o algún familiar, y si son sorprendidos por la policía se autoinculpan los delitos para zafar de ese modo al adulto".
Se trata básicamente de jóvenes excluidos. "La mayoría casi no tiene familia ni contención. Viven en la calle y buscan el pegamento para calmar el hambre, sólo con eso se sienten mejor", asegura Ruiz, quien ya tuvo trato con menores en algunas de las comisarías que le tocó dirigir en su carrera.
En la actualidad, sólo tres comisarías alojan a menores de 18 años. Se trata de las seccionales 6ª, 11ª y 21ª, en donde según los datos suministrados por la Policía de Menores se alojan cerca de 70 chicos.
A estos centros de detención se agrega el Instituto de Rehabilitación de Adolescentes en Riesgo (Irar), en donde conviven 26 jóvenes.
Aferrados a la droga
A todos prácticamente los une una historia común: exclusión, nucleo familiar desintegrado y falta de contención por parte del Estado.
Y el modo de escapar de esa realidad parece ser la droga. "Casi siempre aspiran pegamento o fuman marihuana", aseguró Ruiz, antes de agregar que el promedio de edad de estos jóvenes oscila los 11 años.
Así, la delincuencia se transformó para ellos en un modo de vida con códigos propios, a tal punto, que algunos ya tienen frondosos prontuarios con tan sólo 15 años.
Una de las bandas de menores más peligrosas que actuó en Rosario fue liderada por un joven al que apodaban Rambito (ver aparte). Sus compañeros, a quienes Ruiz recuerda como "Cañete y Ferriti", tuvieron finales trágicos. "A Ferriti lo encontraron ahogado en la fuente del Patio de la Madera. Cuando le hicieron la autopsia detectaron rastros de pegamento en sus dedos y nariz. Se ve que estaba tan drogado que se cayó al agua y no pudo incorporarse", indicó el comisario. El joven tenía tan sólo 17 años.
Cañete, en tanto, murió en el penal de Coronda a los 19. "No era un mal pibe, pero la propia familia no lo quería", aseguró el subjefe de Menores, Dante Franchini, al tiempo que recordó que el joven "era muy adicto al pegamento. Eso lo terminó perdiendo".
Historias como tantas otras, a las que el Estado parece dar la espalda y querer tapar. Jóvenes sin futuro, adictos que vieron el delito como una forma de vida. Chicos a los que el destino, les mostró su peor cara.