Año CXXXVI
 Nº 49.782
Rosario,
sábado  15 de
marzo de 2003
Min 23º
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cartas
Colectivos y accidentes

Muy frecuentemente ante grandes accidentes en las rutas sale siempre a relucir la misma pregunta: ¿no se habrá dormido el conductor? Estoy absolutamente convencido de que aun con los más estrictos y respetados horarios de trabajo y de descanso cualquiera puede dormirse manejando. Pongamos una ruta rectilínea y con poco tráfico, una tarde calurosa, una mala digestión y una música monótona de fondo y está todo dado para que una persona se duerma. Si a esto se suma la estupidez de las grandes cunetas o zanjas muy cerca de la ruta en lugar de un terreno liso y sin sobresaltos para que si el conductor se sale de la ruta no caiga en un gran pozo y se destroce. Dado que sobre este tema se podría estar hablando días, semanas y meses, quiero aportar mi punto de vista, que creo ayudaría a disminuir estos brutales accidentes y sus secuelas. Por lo general viajan dos conductores: uno maneja y el otro duerme; yo agregaría una tercera persona que sería un pasajero/a de ese viaje o dos pasajeros a turnarse si el viaje fuera de muchas horas. Este pasajero iría sentado al lado del conductor, abonaría la mitad del pasaje y su misión sería vigilar que el conductor no se duerma. Les pido a quienes legislan el tema, a los responsables de las empresas de transporte y de las compañías de seguro que mediten esta sugerencia que les hago llegar. Y a los que viajan seguido les pregunto: ¿no lo harían muchísimo más tranquilos si esto que propongo se lleva a la práctica?
Doctor Reinaldo Bacigalupo


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