París. - Contradiciendo los pronósticos de muchos expertos en política internacional, el presidente francés, Jacques Chirac, no ha retrocedido ante la presión estadounidense para dar luz verde a un ataque militar contra Irak. Al contrario, Chirac se ha plantado firme y se ha convertido en el símbolo político de la resistencia global contra la guerra impulsada por Washington, una actitud que le valió la aprobación unánime fronteras adentro.
El martes, un día después de que Chirac anunció que Francia interpondría su veto en el Consejo de Seguridad de la ONU para rechazar una operación militar contra Saddam Hussein, hasta el diario Liberation, en las antípodas ideológicas del mandatario, escribió con admiración: "Esta es su gran obra, la que le permitirá ingresar en los libros de historia". Ser mencionado en los libros es ciertamente una de las motivaciones de Chirac, de 70 años, para impulsar una solución pacífica a la crisis con Bagdad.
Pero también hay otras razones por las que decidió trazar un clara línea en la arena frente al gobierno del presidente estadounidense George W. Bush, probablemente distanciándose por algún tiempo del más poderoso aliado de Francia.
La convicción y los principios son también parte de su motivación. Cuando repite su postura de que "la guerra es la peor de todas las soluciones y una muestra de fracaso", realmente cree en sus palabras. Sin embargo, es mucho más importante su convicción de que el actual desequilibrio en el mapa de poder del globo terráqueo, con una sola superpotencia hegemónica, representa un serio peligro para la estabilidad internacional.
Mundo multipolar
En una reciente entrevista a la revista estadounidense Time dijo: "Cualquier comunidad con un solo poder dominante es siempre peligrosa y provoca reacciones. Por eso estoy a favor de un mundo multipolar, en el que Europa tiene obviamente su lugar". A pesar de que EEUU asegura lo contrario, Chirac también es sincero cuando dice que quiere fortalecer a las Naciones Unidas para que las crisis mayores puedan resolverse colectivamente, y no de forma unilateral. Esta es una de las razones por las que insiste en que Irak sólo puede ser desarmado a través del Consejo de Seguridad.
La otra, por supuesto, es que con su veto en el máximo órgano de la ONU, Francia mantiene su status de potencia, al mismo nivel que EEUU, Rusia y China, como está quedando demostrado con la crisis iraquí. El presidente francés también cree que atacar Irak es simplemente una mala estrategia, que dará impulso al terrorismo.
Por supuesto, no todas las razones de Chirac son altruistas. Además de labrarse su lugar en los libros de historia, el mandatario se esfuerza por cuidar la tradicional y estrecha relación de su país con el mundo árabe. El ex ministro de Exteriores francés Hubert Vedrine afirma que Chirac "permanece cerca del Tercer Mundo a través de amistades personales. Es uno de los pocos jefes de Estado actuales que conoce a las cinco o seis personas que importan en unos 100 países". Esto es especialmente cierto en el mundo árabe. Según Liberation, Chirac habla al menos una vez por semana con sus homólogos de Siria, Argelia, Túnez, Egipto y Marruecos.
Hasta cierto punto, también podría haber estado en el grupo Saddam, a quien Chirac consideró alguna vez como amigo. Pero la amistad terminó en 1998, cuando el régimen de Bagdad rechazó el compromiso de último minuto diseñado por Chirac para mantener a los inspectores de armas en Irak. Furioso y decepcionado, el presidente francés mantiene desde entonces la distancia con el líder iraquí.
Obviamente, Chirac también representa a los intereses comerciales de su país, que cultivan una relación privilegiada con Bagdad hace dos décadas. Según el FMI, Francia es el país que más exporta a Irak. (DPA)