Año CXXXVI
 Nº 49.781
Rosario,
viernes  14 de
marzo de 2003
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Crítica. "Lo mismo que el café"
Teatro: Historias mínimas vividas en la intimidad de la mesa de un bar

Rodolfo Bella / La Capital

"Lo mismo que el café" es una manifestación mínima del encuentro entre las dos partes de la comunicación en escena: el actor y el espectador. Son seis obras breves representadas en exclusividad para una sola persona, a cargo de tres actores que hacen participar al público en su universo privado.
En el comienzo de esta nueva puesta del Centro Experimental Rosario Imagina, una actriz que oficia de anfitriona brinda a los espectadores una breve información acerca de lo que está por suceder. "Asistir al teatro es como ir a una cita amorosa", dice ubicada en un sugerente espacio de transición entre el afuera, lo real, y la escena, donde tendrá lugar la obra. Para corroborar sus palabras, detrás de una cortina blanca transparente se encuentra un bar invadido por el pegajoso "How Deep is Your Love", de Bee Gees. Allí, añade, habrá un lugar todas las pasiones humanas.
Cada uno de los dieciocho espectadores se ubican en la misma cantidad de mesas, donde tres actores tienen a su cargo la representación de obras con múltiples estilos y géneros. El amplio espacio del Centro de Expresiones Contemporáneas (CEC) se fragmenta con luces cenitales ubicadas sobre las mesas que se transforman así en confesionarios improvisados.
Los textos que se representan son "La empresa de Pasadena", de Drosófilo; "Fue un placer estar contigo", de Alejandra Gómez; "El intruso", Guillermo Calluso; "Acaso ya ha pasado el tren", de Patricia Suárez; "Rafael y alrededores", de Leonel Giacometto, y "Para ganarle a mis sueños", de Liliana Gioia, y todos pertenecen a diversos géneros.
Cada espectador es puesto en el lugar de un voyeur privilegiado de una de esas historias mínimas. "Lo mismo que el café" fue pensada por el grupo como una performance, una experiencia donde se prevé la participación activa del espectador, en el marco de unas directrices elementales. Sin embargo, el espacio para la improvisación se ve limitado.
Una mayor libertad en las posibilidades de diálogo entre las dos partes, un coqueteo y no una fidelidad exclusiva al texto por parte de los actores, enriquecerían una experiencia infrecuente para la escena local.
En "Rafael y alrededores" los personajes dan pistas sobre la historia que los une. La posibilidad de que el espectador modifique la trama con alguna indiscreción -las confesiones que le hacen alternadamente los personajes- está limitada, desdibujando así el carácter de la performance como una manifestación contra la obra acabada.
Sin embargo la propuesta conserva su función como expresión artística. El resultado es una reivindicación de la palabra y la comunicación (que no es otra cosa que el objetivo de lo teatral) en la forma de un exiguo y personal teatro de cámara.



La puesta de Bertol busca reivindicar la comunicación.
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Un experimento para cruzar estéticas
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