El crimen de Laura Riquelme trae una vez más a la crónica policial los dramas familiares que se viven puertas adentro de algunos domicilios y que parecen ocultos para los familiares y amigos más cercanos de ese núcleo hasta que derivan en tragedias. El más reciente de esos hechos ocurrió la madrugada del 16 de febrero en una casa de Saavedra al 3600. Allí, Rubén Ajmed descargó un balazo de escopeta en el vientre de Carina, su hija de 17 años, porque había llegado tarde. En la lista y en el tiempo también se inscriben los nombres de Martín Adolfo Ledesma, de 14 años, asesinado a mediados de septiembre pasado en un departamento de Pellegrini al 700 por su mamá, que luego se suicidó; Rocío González, de 7 años, muerta por su madre en una casa de Chubut al 7300 ese mismo mes; Fernando Villarruel, de 14 años, ultimado por su papá en agosto de 1997 después de matar también a su esposa; y la muerte de Natalia Fraticelli, de 15 años, por la cual condenaron a sus padres: María Graciela Dieser y el ex juez de Rufino Carlos Fraticelli.
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