Sergio y su hermano Pablo fueron condenados a reclusión perpetua por el crimen de sus padres, Mauricio Schoklender y Cristina Silva, el 30 de mayo de 1981. El matrimonio apareció muerto en el baúl de su auto. Los hermanos, entonces de 20 y 23 años, permanecieron algunos días prófugos. Pablo nunca habló del crimen, permaneció preso hasta 1985 y se fue del país. La Corte confirmó su condena y en 1994 fue detenido en Bolivia. Desde mayo de 2001 goza de salidas laborales y trabaja tres veces semanales en un estudio jurídico. Sergio se autoinculpó, describió un perturbado ambiente familiar y salió en libertad condicional a fines de 1995. En la cárcel se recibió de abogado y al quedar libre se vinculó a Madres de Plaza de Mayo.
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