Año CXXXVI
 Nº 49.779
Rosario,
miércoles  12 de
marzo de 2003
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Una historia con chicos malos atraídos por la plata y el sexo
Se lanzó el segundo ciclo de "Rebelde way", por el 9
El programa de Cris Morena pretende ser más zafado, pero cae en estereotipos de la vieja televisión

Pedro Squillaci / La Capital

"Tiempo de hacer el amor" dice el estribillo de presentación del nuevo ciclo de "Rebelde way" en una frase que capta como ninguna la esencia del programa. Chicas bonitas en bikini, chicos lindos algo musculosos, peinados nuevos y las permanentes ganas de "transar" es lo que mostró el primer capítulo de la segunda temporada del envío de Cris Morena, que arrancó con 15.5 puntos de rating. Todo gira en base a los encuentros y desencuentros del cuarteto protagónico integrado por las parejas de Manuel (Felipe Colombo) y Mia (Luisana Lopilato), y Pablo (Benjamin Rojas) y Marizza (Camila Bordonaba). Los guiones, escritos por Patricia Maldonado, no levantan vuelo y los jóvenes parecen sostener la consigna: "Lo único importante es tener dinero, no respetar a los padres y lanzarse a la conquista de nuevos amores". Todo un ejemplo a seguir.
Desde los avances de la nueva tira ya se perfilaba que "Rebelde way" iba por más. Muchos se habrán sorprendido ante la escena en que Manuel le desabrocha el bretel del corpiño a Mia en una isla desierta. Pero en el primer capítulo el amor de la pareja está en crisis. Pese a que estuvieron dos meses solos de vacaciones, Mia insiste en reservar habitaciones separadas en un hotel porque todavía no está "preparada" para el momento de la intimidad. Lo que da a entender otra irregularidad del libreto, ya que en medio de lo osado de la relación, causa gracia que después de dos meses de estar solos de vacaciones no hayan tenido su primera relación. Suena bizarro hasta para un chico de 15 años, justamente el público potencial de esta tira.
Los estereotipos en "Rebelde way" son una constante. La mala es muy mala (Marizza), tanto como para poner una araña gigante en la zapatilla de su ex novio (Pablo), y el chico seductor -nuevo alumno de la Elite Way School- tiene todas las chicas a sus pies, pese a que -vaya gravedad- es un santiagueño. Como si esto fuera poco, Catherine Fulop compone a una estrella insoportable llamada Sonia Rey, con todos los guiños de las divas, que vuelve loco al director del elenco que, casi como una obviedad, es un gay marica.
La relación de los jóvenes con los padres es siempre malísima, como si los teen agers no pudiesen tener buena onda con sus viejos. Así, uno odiará al padre porque, para pagar una operación a su hermano, tuvo que vender el campo. Y encima ahora es carnicero, algo que es un deshonor para el muchacho. Todo cierra para convertir a este ciclo en lo peorcito que largó la ficción en la temporada 2003.



El nuevo elenco de la tira tiene pobre guiones.
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