Una nueva denuncia de robo puso en evidencia ayer la desprotección que, durante mucho tiempo, tuvieron los bienes que forman parte del Museo Histórico Provincial Julio Marc. Esta vez, un museólogo experto en armas antiguas, Fernando Keilty, aseguró haber encontrado en una casa de antigüedades del centro de la ciudad un trabuco del 1800 y una réplica en miniatura de un fusil francés que, en 1887, los fabricantes le habían obsequiado al teniente general Pablo Riccheri, ambas propiedad del museo.
Y si bien el caso fue denunciado en Tribunales en enero del 2001, y el juez ordenó el inmediato secuestro de las piezas, "ninguna autoridad se presentó a reconocerlas", advirtió Keilty. No obstante, la directora del Julio Marc, Irma Montalván, indicó que "nunca" recibió una notificación judicial al respecto y aseguró que desde que asumió, en 1999, "sólo se detectaron dos faltantes del salón de armas y una de ellas fue recuperada por la policía".
Empero, la aparición de estas armas en el mercado local de antigüedades abrió un nuevo capítulo a la dificultosa investigación que se inició en noviembre del 99, cuando un ex miembro de la Asociación de Amigos del museo elevó a la dirección de la entidad un listado de faltantes, principalmente monedas y medallas de oro que ascendían a un valor de varios millones de pesos.
La causa recaló en el juzgado de Instrucción de Jorge Eldo Juárez, quien dispuso una serie de medidas tendientes a encontrar alguna pista del tráfico de estos objetos hacia el exterior, para desandar luego el camino e intentar identificar a quiénes las sustrajeron.
"Algo que te puede interesar"
Sin embargo, Keilty no tuvo que dejar el país para encontrarse con parte de "lo que se robó del museo". En enero del 2001, el dueño del local de antigüedades lo llamó para ofrecerle "algo que te puede interesar". Y no se equivocaba. "Cuando llegué al negocio me encontré con el trabuco que había visto en el Museo Histórico", recordó el museólogo. Es que el arma tenía sus señas particulares. "Es un trabuco del 1800 al que le faltaba una parte. Para repararla, un herrero había confeccionado una pieza macisa y burda", sostuvo. Además, contaba con las iniciales del dueño incrustadas en su empuñadura.
Pero esta no es la única sorpresa que se llevó Keilty. "Mientras estaba mirando el trabuco, el anticuario me dijo: «Ah, también me entró esto». Y me mostró la miniatura del fusil que también pertenecía al museo", contó.
La réplica del Grass de 1887 es una pieza única que "no existe en el país y no he visto siquiera fotografiada en un libro", advirtió Keilty. La pieza fue donada al Museo Histórico por Ricchieri, quien a su vez la había recibido como un obsequio de los fabricantes.
El anticuario era ajeno a estos detalles. "Por las dos piezas me pedía un precio vil, algo así como 300 pesos", recordó el especialista en armas. "Y cuando le pregunté de dónde había sacado esas cosas, me contestó que las había dejado un muchacho en consignación".
Sin embargo para Keilty, las piezas procedían del museo. Y con esta certeza hizo la denuncia en la Justicia, engrosando el expediente que ya manejaba Juárez. "El juez secuestró las piezas y las puso a disposición del museo, pero después no pasó más nada", aseguró el denunciante.
Sin embargo, la versión de Montalván es diferente. "Cuando asumí, la sala de armas del museo llevaba 10 años cerrada y no teníamos un inventario. Hicimos un recuento de objetos a la vista y no hemos encontrado faltantes. Si esas piezas son efectivamente del museo, han desaparecido con anterioridad a mi gestión".