| | Editorial Una medida inesperada
| La decisión de la comisión directiva de Amsafé-Rosario, acompañada por el cuerpo de delegados, de instrumentar la protesta en el inicio del ciclo lectivo desobligando a los alumnos y docentes desde las 10 de la mañana, ha deparado más interrogantes que adhesiones, al tiempo que aportó buena leña a la encendida polémica con el ministro de Educación de la provincia. Y es que la medida gremial, tomada horas después de que la asamblea provincial resolviera iniciar el ciclo lectivo sin paralizar las actividades, sorprendió a propios y extraños, y causó un gran malestar en los padres, quienes desinformados, se encontraron con la incertidumbre sobre sus hijos a partir de la media mañana. Si bien la asamblea provincial había autorizado a cada departamental instrumentar de acuerdo a su criterio la modalidad de protesta, la opinión pública entendió que ésta no alteraría el normal inicio de las clases. Así también lo entendieron los medios de comunicación en general, quienes no recibieron información alguna inmediata a lo resuelto por la delegación local. Sólo La Capital logró desentrañar los alcances de la protesta pocas horas antes de que diera inicio. ¿Cuál es la razón para que el gremio no difundiera ampliamente su decisión? ¿Se especuló con la desinformación para lograr un mayor impacto, o bien para justificarla frente a un alcance dispar? ¿Por qué Rosario fue el único lugar de Santa Fe que aplicó esta metodología que finalmente muy pocos acataron? ¿Se pretendió demostrar que pese a la decisión de la asamblea, era posible parar, tal como en principio mocionaron los delegados rosarinos? Las preguntas pueden sucederse, en la medida que se construyan conjeturas, aunque el balance concreto de lo acontecido ayer fue el de una jornada cargada de confusión de los docentes, el malestar de los padres, con la mayoría de los colegios decidiendo por el dictado de clases y con posibilidad de que aquellos maestros que abandonaron sus aulas pierdan el presentismo salarial. Resulta penoso que la lucha de los maestros por mejores condiciones salariales y laborales, tan justa como urgente de reparar, se vea envuelta en manejos desafortunados, casi sórdidos y reñidos con el sentido común y lo que la mayoría de la gente espera de ellos. Seguramente sabrán reconocer con sabiduría el error de metodología aplicado, en un momento tan difícil para la educación en su conjunto como para cada maestro en particular.
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