Inmiscuidos en realidades distintas, Independiente y Racing animarán esta tarde el duelo de la barriada de Avellaneda en un escenario ajeno como la cancha de Lanús y con la aún latente polémica que devino luego de que las autoridades policiales de Capital Federal no quisieran albergar el encuentro dentro de su jurisdicción. El partido más importante de la cuarta fecha del torneo Clausura enfrentará a uno de los líderes (Racing, 9 puntos) con el último (Independiente, 0), en un choque que será dirigido por Horacio Elizondo y comenzará a las 16 (no será televisado). Por la suspensión de la cancha de Independiente, el clásico de Avellaneda no tuvo escenario de realización hasta el miércoles a la noche, cuando las autoridades del Coprosede (Comité Provincial de Seguridad Deportiva) informaron que unos y otros debían trasladarse a Mar del Plata, a 404 kilómetros de la Capital, para jugar en el estadio Mundialista. No ardió Troya, pero las distintas voces se alzaron en contra. Los dirigentes de Independiente, con su presidente Andrés Ducatenzeiler a la cabeza, despacharon munición gruesa y responsabilizaron principalmente al Jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Aníbal Ibarra, de "no querer hallar" un escenario apto en la Capital Federal. Así, Mario Gallina-ex árbitro y titular del Comité de Seguridad Deportiva de la provincia de Buenos Aires-realizó al día siguiente ingentes esfuerzos para no quedar expuesto a la locura de que ambas hinchadas se trasladen hacia la misma dirección por una única vía (la Ruta Nacional número 2). De esta manera, en menos de 24 horas, el viejo clásico de Avellaneda volvió de la costa atlántica a la cancha de Lanús. Y entonces las quejas continuaron, porque la cancha granate no parece ser lo suficientemente grande para albergar a dos parcialidades de las más numerosas en el espectro del fútbol local. Y se sumó a las protestas el técnico rojo, Américo Gallego, quien como para deslindar responsabilidades por la elección final comentó que él no había pedido la cancha de Lanús, aunque dejó en claro que "ellos (por la gente de Racing) no quisieron jugar en River. Por algo, será". Lo cierto es que las tres derrotas consecutivas que sufrió en el arranque del Clausura le dan al Tolo Gallego poco margen de maniobra, más allá de que Independiente se haya clasificado campeón en el pasado Apertura. Y ya se sabe lo que ocurre cuando se pierde ante el tradicional adversario. Para el encuentro de hoy, el verborrágico entrenador dispuso poner la carne en el asador y armará el equipo base con el que obtuvo el último Apertura. A pesar de las molestias físicas que arrastran Juan José Serrizuela y Federico Domínguez, aún con el evidente bajón futbolístico que muestran Daniel Montenegro, Federico Insúa y Lucas Pusineri, por citar a algunos de los valores rojos, que fueron clave en la obtención del título. Por el lado de Racing, la situación pinta distinto. Con la batuta de Osvaldo Ardiles, la academia sumó tres triunfos en cadena por el certamen local e hilvanó dos buenas producciones como visitante en la Copa Libertadores (empate en Perú con Universitario y triunfo en Uruguay frente a Nacional). Entonces, la racha victoriosa propia y la malaria que sufre el rival de toda la vida futbolística envalentona a los racinguistas, que quieren otros tres puntos para seguir disfrutando del liderazgo y, de paso, condenar al fondo de la tabla a un Independiente que parece un dibujo del equipo que se clasificó campeón, hace apenas poco más de dos meses.
| Racing quiere seguir de festejo, ahora en el clásico. | | Ampliar Foto | | |
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