El mechero de Stalin, el cubierto de Stalin, la pistola de Stalin. Con reverente asombro, los visitantes observan por primera vez objetos personales del dictador soviético. Con motivo del 50º aniversario de la muerte de Stalin -el 5 de marzo-, el Museo de Historia Moderna de Moscú ofrece una exhibición especial. "Que cada visitante pueda decidir por su cuenta si Stalin fue un dictador megalómano o genio de todos los tiempos y pueblos", explica la dirección del museo. Hasta el día de hoy, ni el Estado ruso ni la sociedad rusa han condenado inequívocamente la violenta dictadura que José Stalin ejerció durante casi treinta años.
Por el contrario: la gran afluencia de visitantes al museo demuestra que la figura de Stalin sigue causando una gran fascinación. Stalin ahogó en sangre a la Unión Soviética, pero también hizo de ella una potencia mundial. Stalin fue "el Prometeo del siglo XX", un "gran gobernante, de la talla de Iván el Terrible y Pedro el Grande", rezan algunos de los comentarios escritos en el libro de visitantes del museo.
En los tiempos confusos de la nueva Rusia, son sobre todo las personas de mayor edad las que sienten nostalgia por el antiguo régimen. "Ahora, cada día mueren más personas de hambre o abandonados a su suerte que en los años del llamado terror", asegura una visitante.
Fotos de la policía zarista muestran al joven Stalin, nacido en 1879 en Georgia como Josif (José)Vissarionovich Dzhugashvili. Por sus actividades revolucionarias marxistas fue expulsado del seminario ortodoxo de Tbilisi. Fue un hombre talentoso, pero desconfiado y solapado, que aplastaba cualquier oposición con violencia.
La advertencia de Lenin
Después de la Revolución de Octubre, en 1917, ascendió a comisario del pueblo (ministro) para las Nacionalidades. Lenin, el fundador del Estado soviético, advertía en vano, poco antes de su muerte en 1924, sobre el afán de poder de Stalin.
Una vez nombrado secretario general del Partido Comunista, Stalin comenzó a eliminar a todos sus rivales y durante el período conocido como "Gran Terror", entre 1934 y 1939, sometió a la Unión Soviética definitivamente a su voluntad con detenciones y fusilamientos en masa. La exposición muestra una orden de Stalin para torturar sin piedad a los "enemigos del pueblo" antes de someterlos a juicios espectáculo.
La pintura al óleo "La mañana de nuestra patria" muestra a Stalin con uniforme de gala blanco posando frente a fértiles trigales; al fondo, cables de alta tensión llevan electricidad a fábricas con chimeneas humeantes. Con violencia, Stalin transformó a Rusia, de un país agrícola atrasado en una potencia industrial. La colectivización forzada del campo habría causado tan sólo en Ucrania la muerte por hambre a cientos de miles de personas.
En la Segunda Guerra Mundial, el "voshd" (líder) soviético convirtió la inminente derrota -se calcula que murieron unos 20 millones de soviéticos- en una marcha triunfal del Ejército Rojo sobre Berlín. En las conferencias de Yalta y Potsdam, Stalin se sentó a la mesa junto a los líderes de Estados Unidos y Gran Bretaña, dictando el nuevo orden mundial de la posguerra. Toda Europa del Este y la mitad de la vencida Alemania son incorporadas a la zona de influencia de la Unión Soviética.
También después de la guerra, el dictador, ya entrado en años, llevó firmemente las riendas del poder. Se hizo alabar como "arquitecto del comunismo" y "genio de los pueblos". Desconcertada, la población soviética escuchó el 5 de marzo de 1953 la noticia de la muerte de Stalin. La fascinación del pueblo con su líder llegaba a tal extremo que, según se dice, incluso había presos en los campos penitenciarios que lloraban. "El era parte de mí, y yo no podía imaginarme que alguna vez pudiéramos separarnos", dijo al describir sus sentimientos el poeta Eugenio Yevtushenko.
En dos ocasiones se intentó exorcizar en Rusia el demonio Stalin. La primera vez, en 1956, su sucesor, Nikita Kruschev, denunció el "culto a la personalidad" de "papacito Stalin". Treinta años más tarde, durante el período de "glasnost" (transparencia) inaugurado por Mijail Gorbachov, periodistas e investigadores hurgaron en los archivos buscando la verdad silenciada durante tantas décadas. En esos años de apertura democrática, a partir de la segunda mitad de los ochenta, se colocaron muchas primeras piedras de monumentos en honor a las víctimas del estalinismo.
Sin embargo, esos monumentos nunca se construyeron. En la Rusia gobernada por el ex agente del servicio secreto Vladimir Putin, el ambiente se ha congelado nuevamente. Los que buscan revelar la verdad histórica se han convertido otra vez en minoría. (DPA)