Jorge Salum / La Capital
Los especialistas locales coinciden en que se trata de una nueva tendencia, que posiblemente se profundizará en los tiempos que vienen: aunque cada vez hay más parejas que abandonan la convivencia, en los tribunales de familia de Rosario se tramitan menos cantidad de divorcios que hace apenas un puñado de años. Para los expertos las causas de este fenómeno son diversas, pero hay una que los miembros de los matrimonios disueltos suelen citar con mayor frecuencia: el factor económico. Como no pueden pagar un abogado y los gastos del proceso judicial, optan por separarse de hecho y en muchos casos se unen a otra persona sin formalizar jamás el divorcio vincular del cónyuge legal. Según las estadísticas elaboradas anualmente por los Tribunales Colegiados de Familia (en Rosario son 3, integrados por 3 magistrados cada uno), desde 1987 hasta el año pasado no hubo picos significativos en la cantidad de trámites de divorcio, ni hacia arriba ni hacia abajo. Además, la relación entre cantidad de matrimonios que se celebran por año y cantidad de disoluciones legalizadas por las sentencias judiciales tampoco varió demasiado. Todos los especialistas, especialmente los abogados que patrocinan juicios de divorcio, coinciden en subrayar sin embargo un aumento notorio en las uniones y también en las separaciones de hecho, es decir aquellas que jamás quedan registradas ni en el Registro Civil ni en los protocolos judiciales. Desde que se implantó el divorcio vincular, hace ya 16 años, en los nueve juzgados de Familia de Rosario los jueces dictan un promedio de 1.100 sentencias de separaciones legales por año. Pero donde comienza a notarse una declinación -por ahora apenas "incipiente", dicen los abogados y jueces consultados- es en la cantidad de juicios que se inician por temporada: en 1998 la curva llegó a una cúspide de 2.141 trámites y apenas tres años después, es decir en 2001, bajó hasta los 1.787. Los datos oficiales del año pasado todavía no se conocen pero los operadores del trámite pronostican que confirmarán la tendencia. Según jueces, abogados y otros especialistas en la materia, quizá resulte prematuro aún pronosticar descensos aún más significativos para el futuro inmediato, aunque para la mayoría de ellos ya parece evidente que muchas parejas disueltas dejan de lado el trámite de la disolución legal del matrimonio y sólo lo piden los de clase más acomodada y buenos ingresos. Los otros, en cambio, casi siempre explican esta postergación esgrimiendo claras limitaciones económicas. La abogada Araceli Díaz, del Instituto de Derecho de Familia del Colegio de Abogados de Rosario, dice que el organismo no maneja estadísticas oficiales sobre la cantidad de juicios de divorcios que se inician cada año, pero sus miembros igual perciben un aumento en el número de separaciones de hecho. "Si bien esto es algo que no queda reflejado en ninguna cifra, los abogados que atendemos cuestiones de familia lo advertimos cotidianamente", explica. Para Díaz la razón es simple. "La gente se divorcia menos porque no puede pagarlo", afirma. La directora del Consultorio Jurídico Gratuito, Mabel Paladini, del mismo colegio lo corrobora: "Cada vez atendemos más consultas de gente que quiere divorciarse y que no tiene dinero suficiente para afrontar los gastos", cuenta. Paladini dice que en su estudio también atiende infinidad de consultas sobre el tema, aunque rara vez termina patrocinando a alguien en un juicio de divorcio. "La gente viene, pregunta y nunca más vuelve", agrega. Por lo menos una decena de abogados especializados en conflictos de familia consultados por La Capital dan un panorama similar y la lectura, otra vez, es que la imposibilidad de hacer frente a los costos es una barrera contra los deseos de muchas personas de separarse legalmente de su ex pareja. El juez de Familia Raúl Tierra también admite que tal vez hoy se inicien menos juicios de divorcio que dos o tres años atrás, pero al mismo tiempo sostiene que a las estadísticas hay que darle un valor apenas relativo. Una situación práctica, que él mismo detecta a diario en su juzgado, sirve para entenderlo. "Hay parejas que tramitan el divorcio cuando ya llevan años de separación. Por eso es difícil que una cifra sobre la cantidad de trámites que se realizan en los juzgados refleje exactamente lo que pasó el último año, y mucho menos que indique si efectivamente se trata o no de una tendencia", se explaya. Antes que en las estadísticas, Tierra prefiere interpretar el sentido que muchas personas le dan hoy a la separación legal. "Me parece que con el paso del tiempo la gente entendió que el divorcio muchas veces se traduce como una mejor calidad de vida, y que en ocasiones es una verdadera apuesta a la salud del grupo familiar y no la ruptura de éste", opina. Díaz, en cambio, entrega un diagnóstico algo más crudo. "Ahora hay mucha violencia familiar y cada vez hay más rupturas traumáticas", afirma. La abogada dice que quienes más sufren esta situación son los hijos de las parejas disueltas, que en muchos casos se convierten en botín de guerra de los padres separados. Las estadísticas que reflejan la cantidad de juicios por alimentos, tenencia de los hijos, régimen de visitas, las exclusiones de hogar y un leve repunte en el número de divorcios contenciosos (es decir aquellos que no se inician de común acuerdo entre las partes) le dan claramente la razón en ese sentido. Y también los expedientes judiciales que registran episodios violentos.
| La disolución matrimonial, un hecho cada vez más común. | | Ampliar Foto | | |
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