En una escandalosa sesión de más de ocho horas, el Senado postergó hasta el 26 de marzo la decisión sobre los pedidos de exclusión del justicialista Luis Barrionuevo de su banca por considerarlo responsable de los violentos disturbios que se produjeron el domingo en las elecciones a gobernador de Catamarca. Tras muchas discusiones formales, el justicialismo y el radicalismo acordaron durante la madrugada de ayer aprobar un proyecto de resolución en el que se "encomienda a la comisión de Asuntos Constitucionales" realizar un "examen de la actuación" de Barrionuevo para evaluar si cabe su desplazamiento del Senado por "inhabilidad moral e inconducta pública", según lo previsto en el artículo 66 de la Carta Magna. Se resolvió además que el tratamiento del tema se producirá en la sesión del 26 de marzo, a las 15.30, "con o sin despacho de comisión", es decir que si no hay acuerdo en Asuntos Constitucionales los pedidos de exclusión igualmente deberán ser considerados en el recinto. Este resultado, previsible desde el inicio de la sesión por la resistencia de todo el PJ a llegar a una definición en la sesión de anoche, contó con el aval de todo el arco opositor, con excepción de los representantes del Partido Renovador, Ricardo Gómez Diez, y de Fuerza Republicana, Pablo Walter. Antes de llegar a este epílogo, transcurrió una sesión que tuvo todos los condimentos necesarios para calificarla de escandalosa: mucha tensión, acusaciones cruzadas, discursos insólitos y el momento más increíble con un corte de luz inédito en la historia moderna del Senado. Ayer, Walter reforzó su posición al afirmar que "aunque la luz no se hubiera cortado durante la sesión, igualmente la oscuridad hubiera invadido el Senado". "Frente a la violencia política, el patoterismo y el matonaje, no caben dudas que justifiquen el envío del proyecto de expulsión a comisión. La gravedad de los hechos implica que la ambigüedad equivale a complicidad", advirtió. En lo político también hubo de todo, porque el radicalismo, que había amenazado con embestir ferozmente contra Barrionuevo, aceptó sin discusión postergar una definición; y el justicialismo hizo denodados esfuerzos por disimular que estaba interesado en proteger al sindicalista pero sin hacer una defensa pública de su actitud. En la vereda de enfrente se ubicó Cristina Fernández de Kirchner, quien cuestionó al líder gastronómico y aseguró que en las elecciones de esa provincia no hubo proscripción en su contra, porque "si no se cumple un requisito constitucional no se puede caracterizar como proscripción". En consecuencia, la responsabilidad de defenderse recayó en el propio Barrionuevo, quien en un discurso marcado con su sello consideró el debate "una pérdida de tiempo, una fábula, una fantasía. A la Constitución provincial no la violaron, la descuartizaron".
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